Sierras. Árboles. Camping. Una pareja en una carpa. Enseguida, signos de que esa pareja no es pareja, de que no hay igualdad alguna. El hombre ejerce más poder, con violencia. La mujer está atrapada. El título de la película es un lugar y también una desesperación. De la violencia vemos los rastros, los detalles reveladores, que son constantes: los vemos en tiempo de vacaciones y los suponemos en la vida cotidiana. Carmen y Rafa son la encarnación de un (otro) fracaso social institucionalizado. Pero Salsipuedes no es una película frontal ni literal de denuncia, ni explota gráficamente la violencia. A Salsipuedes, cine cordobés y de un director muy joven, le interesan los gestos, los juegos de ocultamientos, los disimulos aprendidos por la familia, en la que se reparten cinismo, resignación, sopor e indolencia. El debutante Mariano Luque encuentra la fluída narración de su película en los detalles, en primeros planos sostenidos en actuaciones precisas y sobrias y en su combinación con un paisaje bucólico que esconde realidades inconmovibles.