Coinciden documentales sobre dos vidas ejemplares
"Salud rural", de Darío Doria, se toma más tiempo, pero es lógico, porque vemos a un médico que se toma el tiempo debido para escuchar a sus pacientes, de veras asistirlos, y no sólo darles rápido una receta, una orden, un empujoncito y que pase el que sigue. Arturo Serrano, se llama el doctor que desde hace 30 años recorre las afueras y también el hospital de un pequeño pueblo agrícola. La cámara lo descubre con su maletín por un camino en mal estado, lo sigue en sus consultas, capta la piel rugosa de la gente del lugar, sus problemas y confesiones, la inquietud de los allegados, que él atiende con bondadosa paciencia, como si en todos los casos fuera un viejo amigo, un buen vecino. Que lo es. Y también es un ejemplo de médico "de los de antes". Y eso es todo, y es mucho.
La película se muestra tan respetuosa y observadora como el médico. Provoca admiración por ese hombre, y algo de nostalgia. Contribuye a esto último el uso de una linda fotografía en blanco y negro, que hace todo más evocativo (además nos evita el riesgo de tener una fea impresión en el quirófano). Datos al margen: el pueblo es Santo Domingo, departamento Las Colonias, de Santa Fe. No lo dice, pero el doctor Serrano ha sido fundador y presidente de las asociaciones provincial y nacional de Medicina General, y docente universitario. Y (esto lo dice el director) la inspiración del blanco y negro nace de un libro de John Berger con fotos de Jean Mohr, "Un hombre afortunado", precisamente sobre un médico rural inglés.