El médico amigo
En lo efímero de un consejo y en el intentar brindar más que lo que le piden, está la clave que Darío Doria refleja del Doctor Serrano en Salud rural (2014), un film que bucea sobre una problemática, la sanidad, en el interior (bien adentro) del país.
Cuando la vocación excede no ya a aquello que por decisión y voluntad se encarna en el cuerpo, es cuando personas como Serrano posibilitan un acercamiento al otro diferente, algo que genera una aproximación clara y verdadera a una temática que de otra forma sólo generaría vaguedad y vacío.
Darío Doria es un hábil voyeur, que en la naturalidad con la que imprime a las imágenes de la actividad del médico permite una empatía no solo ya con el doctor, sino también con la persona que atiende y a la que siempre, oh casualidad, la acompaña un grupo variopinto de familiares.
Justamente a través de largas secuencias, el director se acerca a ellos para demostrar que en materia de salud si bien hay libros que dictaminan qué hacer y qué no, su capacidad para comprender desde otro lugar a los pacientes marca la diferencia.
La elección del blanco y negro, tal vez, es una manera de generar distancia, porque Salud rural no es un filme que se queda en la casuística, o la mera enumeración y presentación de situaciones, sino que avanza sobre cada uno de los personajes para demostrar que la tarea que diariamente Serrano lleva a cabo, abarca mucho más que el conocimiento medicinal.
Salud rural es un documental que interpela al espectador con situaciones que exceden su planteo y que invitan a reflexionar no sólo sobre el estado del sistema médico en el país, sino que principalmente busca meditar sobre una situación que abarca una coyuntura mucho más amplia y socio cultural, aquella que se relaciona directamente con la concepción sobre el cuerpo y los cuidados en momentos difíciles.