Es una de las películas que más estuve esperando este año. Principalmente porque vengo siguiendo la por ahora fallida carrera de Taylor Kitsch (John Carter y Battleship, los dos desastres de taquilla más importantes del año, y ambas protagonizadas por él). Lo conocí en esa genial, pero poco reconocida y valorada serie de fútbol americano llamada “Friday Night Lights” donde interpreta a la perfección al problemático Tim Riggins, y pensé que iba a llegar lejos. No sé que pienso ahora.
La película, dirigida por Oliver Stone, que viene alternando documentales sobre política con obras de ficción (aunque se podría argumentar que un documental es ficción, no viene al caso por el momento), está basada en el libro homónimo de Don Wislow, que junto a Stone y Shane Salerno (guionista de Armageddon) colaboró en la escritura del guión.
El film se trata de dos jóvenes que viven en The Orange County, que son mejores amigos, y compañeros de negocios, llamados Ben y Chon, protagonizados por Aaron Johnson (Kick Ass) y Taylor Kitsch respectivamente. Ellos comparten todo, incluso su novia llamada Ophelia o “O”, como ella prefiere ser nombrada, estelarizada por Blake Lively (Gossip Girl y Linterna Verde). Ambos producen la mejor marihuana de cultivo hidropónico del mundo, Ben es el cerebro detrás de la organización y Chon es el músculo, Ben es tierno, dulce espiritual y hace el amor y Chon es duro, agresivo y tiene otra concepción sobre la intimidad, además de ser un ex Navy Seals.
Ben posee un modelo de negocios que logró quitar el 99% de la violencia y paranoia que existe habitualmente en este ámbito, el 1% restante es donde entra Chon.
Cuando el cartel mexicano de Baja los contacta enviándoles un video sobre decapitaciones, y los “invita” a unir negocios con un contrato por tres años, empiezan los problemas. Ellos se niegan, ya que en primer lugar se estaban cansando del negocio del narcotráfico y segundo; no quieren ser empleados de nadie, y menos del Cartel mexicano. Cuando el Cartel decide secuestrar a su novia compartida para que ellos reconsideren es donde todo se termina por descontrolar.
Los dos empezarán una búsqueda frenética, pero a la vez disimulada de su novia. Saben que están lidiando con salvajes, por lo que necesitan medir cada uno de sus pasos. Juntos y con la ayuda de sus amigos emprenderán un viaje en donde todo va a salir mal.
Oliver Stone logra imponer un ritmo incesante al relato que se mantiene bastante fiel al del libro. La música está manejada de manera adecuada, con grandes momentos, y algunos bastante irónicos y los paisajes del sur de California se muestran en toda su magnitud y belleza.
Las actuaciones tanto de Kitsch como de Johnson no son ni por menos brillantes, pero están al tono con el relato. Comienzan como unos simples jóvenes que viven la buena vida en el condado naranja, y terminarán por convertirse en lo mismo que sus enemigos. En salvajes.
El film cuenta además con la increíble actuación de Benicio Del Toro, que realmente se roba la película y que en mi opinión merece una nominación a los premios de la academia. En el libro su personaje, Lado, tiene los ojos más fríos que uno pudiese imaginar, Benicio lo lleva hasta dimensiones inimaginables. Salma Hayek no logra consistencia, aunque por su belleza es imposible quitarle los ojos de encima, y logra transmitir en la mayoría de su tiempo en pantalla esa frialdad que uno imagina en quien es la reina del negocio de la droga. John Travolta está acertado con su papel de policía con pocos escrúpulos, un papel que le sienta bien y Demián Bichir (que en mi opinión le regalaron la nominación a los Oscars por “Una vida mejor” el año anterior, pero es simplemente mi opinión) y Emile Hirsch (Into The Wild, La chica de al lado, Milk, etc.) están bien, pero no aportan demasiado al relato.
El problema está con Blake Lively. Es hermosa, indudablemente, por lo que ese requisito lo cumple, pero no solo no es buena actriz, y en esta película queda expuesto, sino que no logra interpretar a O como debería. O por lo menos como es el personaje del libro. En el libro ella es además de despreocupada, muy energética, alegre, impulsiva y exultante. La señorita Lively tiene una forma de ser más parsimoniosa. Tiene una forma sufrida de hablar y realmente no irradia mucha energía. Y puesto que es la narradora de la historia, es según mí entender un error importante en el casting.
En definitiva el film posee mucha violencia, mucho sexo, mucha playa y muchas drogas, un gran reparto, un gran director, aunque es de esos impredecibles, una historia más que atractiva de un libro más que entretenido, un gran potencial, todo eso para que termine, a diferencia del libro, implotando en un final no a la altura de las circunstancias.