Oliver Stone guía a base de adrenalina y un excelente desarrollo de personajes, un magnífico mosaico ultra-violento sobre las contras del pacifismo.
Conozcan a Ben y a Chon, dos muchachos que lideran el tráfico de maricha en la pacífica comunidad de Laguna Beach, California. El negocio es redondo: Chon, ex NAVY SEAL (Fuerzas Especiales de la Naval Yanqui), trae las semillas de Afganistán; Ben, con sus titulillos obtenidos tanto en el campo de la botánica como en el de la administración de empresas, es el cerebro de la operación. Los muchachos ganan un montón de morlacos haciendo lo que hacen y como si esto no pudiera ser más perfecto, se comparten sin ningún celo o competitividad el amor físico y emocional de una rubia de curvas generosas que parece un clon mandado a hacer de Bridget Fonda en Jackie Brown.
Todo muy lindo, ¿Pero cuál es el conflicto? Bien, como verán, el Cartel de Baja, una de las muchas organizaciones que controlan el narcotráfico en México, está empezando a ganar terreno en el gran país del norte y quiere meterse a estos caballeros en el bolsillo. Obviamente, éstos se rehúsan y para obligarlos a aceptar, el Cartel les secuestra a la rubia. Inicialmente buscan la alternativa pacífica para solucionar el problema pero luego van a tener que combatir el fuego con fuego.
Ahora si te dijera que todo esto es el argumento de la nueva película de Oliver Stone, te me cagas de risa en la cara y me decís que te suena más a un argumento de la última versión del Grand Theft Auto que al film de un director cuya filmografía la integran títulos polémicos como Pelotón, Nacido el 4 de Julio y JFK; no podemos estar hablando del mismo Oliver Stone ¿Cierto?
Muchos olvidan que este cineasta de visión tan polémica (motivada, entre muchas otras cosas, por ser veterano de la Guerra de Vietnam y por ser uno de muchos que nunca creyó del todo eso del “tirador solitario” que mato a Kennedy), tuvo su época de guionista. Este caballero, antes de dar el paso atrás de las cámaras, fue escriba de numerosos guiones que no distan del universo retratado en su más reciente opus como director. En este título recuperamos al Oliver Stone guionista; el de Scarface, Conan el Bárbaro, Ocho Millones de Maneras de Morir y Manhattan Sur. Todas ellas son películas de corte netamente genérico y gráficamente violentas, pero en las cuales, muy sutil y muy subtextualmente, se reconoce su ácida crítica a la sociedad estadounidense- que más tarde caracterizaría su labor de director.
¿Cómo está en el papel?
Hay un proverbio en latín que podría resumir perfectamente el tema de esta película, Si vis pacem, para bellum, que significa “Si quieres paz, prepararte para la guerra”. Ese debate entre la civilización y la barbarie, la diplomacia y el belicismo, la paz y la guerra, es donde se mueve esta película. Concretamente la tesis que propone radica en la pregunta: ¿Qué estamos dispuestos a hacer, qué códigos estamos dispuestos a torcer y a romper, si nuestros enemigos atacan a los que más queremos para hacernos daño?
La película tiene sus tres actos claramente marcados, aunque de los tres, el primero es el que toma más tiempo. Lo que inicialmente uno consideraría un punto en contra, es en realidad algo deliberado que nos adentra en la psicología de los personajes; no solo de los protagonistas, sino de los deuteragonistas e incluso de los antagonistas.
Esta movida, muy poco usual en este género, nos deja en claro la notoria raíz literaria que posee y como tal, es una película íntegramente estimulada por las actitudes y el comportamiento de los personajes. La multidimensionalidad de los mismos es la mayor fuerza que tiene el guión, mostrando en toda su humanidad y en toda su vulnerabilidad a héroes y villanos por igual. Si esta película es original por algo, es por esto, porque si uno mira la trama, de lejos, no es muy distinta de lo que vimos en películas de acción con el mismo universo y/o el mismo conflicto.
Las contradicciones que exhiben los personajes son la carne que hace a esta película un plato tan suculento. Sin esto, hubiera sido una película más del montón, pero Stone al elegir este camino tan poco transitado en el cine de acción y confiando en la esencia de la novela de Don Winslow, termina metiendo un golazo de media cancha que vale la pena el boleto desde el vamos.
El segundo acto prácticamente no da tregua. Si bien hay una sola escena de acción, es ésta la mecha que detona sendos intercambios de palabras entre todos los personajes, donde se sacan chispas y se dicen frases de antología que ponen en evidencia la profundidad y multidimensionalidad con la que Stone, Winslow y Shane Salerno han desarrollado a los personajes. Les voy a tirar una sola línea para que se den una idea de lo que les quiero decir. La blonda que interpreta Blake Lively esta cenando con la reina narco que compone Salma Hayek. Cuando el personaje de Lively le pregunta al personaje de Hayek si tiene hijos, ésta le cuenta qué paso con toda su familia y remata el relato con un “Mi hija esta avergonzada de mí y estoy orgullosa de ella por eso”. Hemos visto muchos villanos con justificaciones a lo largo de los años y si bien el espectador no empatizará para nada con el personaje de Hayek, no podrá negar que tiene una humanidad que nunca se le otorga a esta clase de villanos. Pero lo que lo hace sorprendente y lo que rectifica la principal virtud de la película, es que emite esta conclusión sin hacer nada por lo que el espectador pueda sentir algo de lastima.
La película concluye con un tercer acto bastante sobrio y con un revés que al espectador le va a parecer bastante ridículo. De esto último, les imploro que dejen que Stone se explique; se lo gano por toda la diversión que nos dio los primeros 100 minutos de metraje. Cuando replanteen el incidente en su cabeza van a ver que esta movida, aunque inesperada y tirada de los pelos, tiene bastante sentido.
¿Cómo está en la pantalla?
La estética de la película es deudora de U-Turn, último paso de Stone por el cine de género. Una fotografía llena de sombras, sobreexposiciones y contrastes, rica en planos cerrados y una paleta de colores terrenales. Todo esto se suma a un montaje de pulso veloz para yuxtaponer los planos. Por el lado del sonido, solo diré que verán “El Chavo del Ocho” con otros ojos.
Por el lado del rubro actoral, no se puede decir que Oliver Stone no practica lo que predica. Él dice “Uno puede hacer una mala película de un buen guión, pero no puede hacer una buena película de un mal guión”. Bueno, el buen guión ya lo tiene y para hacer la buena película, necesitó buenos actores. Este reparto está integrado, en algunos casos, por actores a los cuales nos cuesta ver en determinado tipo de papeles. Hay ocasiones donde el rol les calza como un guante y estarán de acuerdo conmigo que es una iteración completamente diferente a la habitual.
La dupla protagonista es excelente. Me encanta verlo a Aaron Johnson en algo que no fuera Kick Ass y me parece fascinante su composición de un tipo pacifista en un negocio que es por naturaleza violento y cómo la situación límite en la que se encuentra lentamente lo obliga a contradecir su naturaleza. Taylor Kitsch me sorprendió, yo solo lo vi interpretar a Gambito en Wolverine y parece ser el arquetípico niño bonito; pero a las órdenes de Stone compone a la perfección a un recio ex Navy Seal veterano de esta última guerra en Medio Oriente, que parece haberse llevado la guerra a casa, una filosofía de defensiva que su personaje aplica cada vez que puede para dejar en claro su determinación.
Benicio del Toro está genial como el lugarteniente de la capo-mafia que interpreta Salma Hayek. El tipo mete miedo –– y asco, cabe decirlo –– desde el primer momento en que aparece y su sadismo hace recordar al personaje que interpretó muy temprano en su carrera en Licencia Para Matar.
John Travolta interpreta a la conexión policial de los muchachos protagonistas; el arquetípico cana corrupto que le importa tres velines lo que pueda pasarle a cualquiera, siempre y cuando reciba su paga en tiempo y forma. Sus analogías e ironías hacen de las escenas los momentos más risueños de la peli; en el sentido de “Es gracioso, porque es verdadero”. Compone logradamente la hipocresía que propone su personaje, pero también le dota una muy creíble humanidad cuando no está cerca de policías o narcotraficantes.
Salma Hayek compone con mucha naturalidad pero con mucha rudeza a la reina del narcotráfico, a la que si bien no le tiembla el pulso para secuestrar y asesinar, también es capaz de caer de rodillas y sumirse en el llanto cuando le ocurre una desgracia. Esta ida y vuelta entre una máscara y otra, está presente en toda la película. Si me apuran, diría que es lo mejor de la peli a nivel actoral.
Blake Lively compone con veracidad a la típica rubia de clase media-alta de California que, aunque no es la mejor actuación de la película, dice y hace lo suficiente como para quedar bien parada.
Conclusión
Una película de género brillantemente construida con personajes de una profundidad y una multidimensionalidad que muy, muy, muy, muy rara vez se suele ver en el cine. Materializado con interpretaciones brillantes de un ensamble de actores en los cuales ninguno decae. Todo apoyado por una factura técnica impecable en la que cada escena es un universo distinto. El mejor debate sobre civilización y barbarie que vi en muchísimo tiempo. Funciona como tema. Funciona como narrativa. Funciona como entretenimiento. Cuando una película funciona en estos tres niveles, por igual y yendo juntos a la par desde el primer fotograma, es lo que yo considero una ALTA PELI.