Tres vidas En los primeros minutos de Salvar al niño (2014), la voz narradora o interpeladora del realizador Bernardo Kononovich utiliza la palabra video para definir el formato de lo que se está viendo, y ahí es donde se entenderá el por qué de la construcción demasiado televisiva de un documental que pese a carecer de lenguaje cinematográfico adquiere valor en lo que cuenta por encima de cómo lo cuenta. Tres mujeres de origen judío contarán sentadas frente a cámara tres historias diferentes pero con un punto en común: la niñez en medio del holocausto. Jacqueline, cuya madre se arrojó con ella del tren que las conducía a una muerte segura en Auschwitz; Diana, cuyo hermano fue entregado a una familia para su cuidado y nunca pudieron recuperarlo, y finalmente Judit, salvada de la muerte por el ejército rojo. Formalmente Salvar al niño se estructura de manera clásica entrelazando los relatos de estas mujeres que le hablan a una cámara y se someten a las consignas del director que actúa como un cuarto protagonista ejerciendo el rol de entrevistador. Pero más allá de esto, el verdadero sentido del film radica en el resultado final obtenido a partir de la hipótesis inicial generada por Bernardo Kononovich, donde se intentará develar porqué el exterminio de niños es una metodología impuesta por las maquinarias genocidas tanto en épocas pasadas como recientes. Por su formato Salvar al niño es mucho más televisivo que cinematográfico, y tal vez estrenarlo en ese medio hubiera sido lo mejor. Aunque la propuesta temática y la forma de plantearla lo vuelven atractivo y de cierto interés. Al menos para aquellos que quieran adentrarse en un planteo sociológico.
Memoria cruel del Holocausto Es un documental austero, que apunta directamente a las emociones y lo logra a través de que la cámara del director Bernardo Kononovich, que apunta directamente a la cara de las entrevistadas, de una belleza apacible las tres, y las invita a contar lo sucedido en sus vidas. Las huellas horribles del Holocausto, la muerte masiva y algunos de sus sobrevivientes, son el tema de este conmovedor documental de Bernardo Kononovich. En "Salvar al niño", el director cuenta la historia de tres mujeres -Jacqueline Halbzajt, Judit Horvat y Diana Wang-, que viven en nuestro país y fueron víctimas de los campos de concentración. El título de la película se refiere a ella, que relatan vivencias de la infancia, o ligadas a ella. Jacqueline Halbzajt, de origen judío-polaco fue enviada con su madre a los campos de concentración de Auschwitz. Cuando viajaban en un tren hacinados con el resto de hombres, mujeres y niños, su madre decidió tirarse con su hija del tren y ambas cayeron en la oscuridad de la noche, pero finalmente lograron salvarse. Jacqueline si bien atesora en su memoria lo que vivió, es optimista en cuánto al futuro, porque según dice logró formar una familia y tiene hijos y nietos que conocen lo que ella vivió. POLONIA EN 1945 Diana Wang perdió a un hermano, Zenus, en la Polonia de 1945. Sus padres tuvieron que darlo a una familia para que el niño no fuera llevado a los campos de concentración. Cuando fueron a buscalor, se les dijo que el chico murió de tifus, pero nunca se supo dónde fue enterrado. Por lo que se sospecha que fue apropiado. La tragedia de esa pérdida perdura como una herida, difícil de cerrar en la familia de Wang. Judi Horvat vivió una situación especial, cuando se la trasladó a Auschwitz con su familia. Cuenta que no sabe por qué un oficial de las SS cuando la vió le dijo que cuando le pidieran el nombre y la edad, dijera que tenía dieciocho años. Así logró ser separada del grupo y finalmente no perdió la vida. "Salvar al niño" es un documental austero, que apunta directamente a las emociones y lo logra a través de que la cámara del director Bernardo Kononovich, que apunta directamente a la cara de las entrevistadas, de una belleza apacible las tres, y las invita a contar lo sucedido en sus vidas, con la intención de dejar registrado una serie de valioso testimonios para el futuro.
Bernardo Kononovich ha dedicado gran parte de su vida a trabajar documentales donde aborda los derechos humanos. En esta nueva producción documental (que se estrena casi sin difusión en un solo horario por la tarde en el Gaumont de Congreso), posa su mirada sobre tres sobrevivientes del Holocausto y las invita a compartir su dolor, su mirada y su aguda reflexión sobre los hechos que las marcaron en aquel violento tiempo. Por qué hay un niño en el título? Dice el director "porque en sus historias hay uno para ser buscado, salvado, rescatado". Es así. Las mujeres que prestan testimonio eran niñas cuando los alemanes se ocupaban de exterminar desde sus campos a gran cantidad de miembros de la comunidad judía en plena Segunda Guerra Mundial. La valentía de sus progenitores, el movimiento justo para evadir a los nazis cuando lo inevitable tomaba forma y la mirada posterior, lúcida, que evalúa los alcances de esa horrible pesadilla, pasma. Afecta. Kononovich elige escuchar (es psicoanalista y se nota). Mirar. Compartir. Reconocer ese pasado y ejemplificarlo en una mirada abierta, desprejuiciada, contenedora. Y supongo que lo más difícil es saber qué hacer con esas vivencias. Porque ese proceso de elaboración de resilencia que Jackeline, Diana y Judith tiene que hacer, conmueve. Los relatos son muy duros y si no estás preparado emocionalmente, puede que se sientan en el cuerpo más de la cuenta. La extensión del documental es justa dado la profundidad de los sentimientos que provoca el acercarse a esos relatos. Hay en "Salvar al niño", un encuadre prolijo, modesto y atento a enmarcar cada palabra y darle su justa dimensión. Nada distrae, todo concentra. Sin dudas, un registro al que hay que vivenciar. Me atravesó mucho el hecho de reconstruir, como espectador, en mi cabeza, el sufrimiento y la angustia de esos chicos, tratando de escapar a una muerte segura. Y no es sólo esa lacerante herida, sino en muchos casos, desconocer el paradero de parte de la familia, y tener que buscar, dónde están los lazos de sangre separados en esa circunstancia (hecho que dice el director se da en países de Europa Oriental como Polonia y Ucrania). Es fuerte. Una búsqueda, de alguna manera similar, a la de nuestros chicos que concurren a archivos e instituciones para dar con el paradero de sus familias por haber sido separados durante la pasada Dictadura Militar argentina. "Salvar al niño", como muchos films de su clase, debería ser programado en escuelas secundarias para su visionado. No es de las películas que hay que olvidar.