Un divertido homenaje y parodia al mismo tiempo de la industria Hollywoodense de la década de los 50 del siglo pasado, cuando los grandes estudios rodaban inolvidables musicales, westerns clase B, dramas ligeros y películas épicas, con el ingenio e ironía característica de los Coen.
Si en 1991 los hermanos Coen, ganadores de cuatro Oscar por cintas como Fargo y Sin lugar para los débiles, nos mostraban en Barton Fink las entrañas y bambalinas de la industria del cine Hollywoodense convertido en un infierno desde la perspectiva de un guionista, ¡Salve, César! funciona como otra mirada, mas divertida y ligera de la edad dorada del cine americano.
La omnisciente voz del narrador abre el relato en el que Eddie Mannix -interpretado por Josh Brolin- es un productor que trabaja día y noche para uno de los estudios más importantes del Hollywood de la década de los 50 -Capitol Pictures, exactamente el mismo para el que escribía Barton Fink-, encargado no solo de que se hagan las películas sino de arreglar todos los malentendidos de un universo tan caótico como estrafalario. Desde salvar a estrellas de medio pelo, enmascarar la mala reputación de divas embarazadas, cubrir estrellas caprichosas, adictas y descerebradas de periodistas insaciables, proyectar a la estratosfera a un cowboy cantante que apenas sabe hablar y hasta luchar contra un grupo de comunistas que se hace llamar “El Futuro” que secuestra a Baird Whitlock -George Clooney-, la estrella más grande del estudio.
Un desgaste físico y moral que sólo lo equilibra mediante la confesión diaria que lo convierte irónicamente en una especie de santo de los estudios, que mientras absorbe los pecados del circo se cuestiona su trabajo y se replantea aceptar una jugosa oferta de la industria aeronáutica.
¡Salve, César! se mueve entre la ironía y la admiración a aquel Hollywood, con el personal y reconocible estilo de los Coen, que saben moverse muy bien en el cine dentro del cine y con gran vocación satírica del lugar y la época que retratan.
Con guiños a prácticamente todos los géneros cinematográficos y fragmentos de películas que iluminaron el Hollywood de los cincuenta, como melodramas de George Cukor, coreografías acuáticas de Esther Wiliams, el cine bíblico de Cecil B. DeMille, western serie B, números musicales -la escena de Channing Tatum vestido de marinero cantando y bailando a lo Gene Kelly y jugando con la ambigüedad sexual es tan graciosa como genial en cuanto a homenaje por como esta filmada- y hasta la presencia del Film Noir con la con Femme Fatale incluida, ¡Salve, César! sabe como reírse de aquello a lo que representa y divertir al espectador con maestría y gracia.
Los Coen saben rodearse de un ensamble de encantadoras estrellas que dan vida a los incontables estereotipos en un relato en el que cada uno tiene su momento estelar, incluidos la galería de secundarios y cameos tan bien aprovechados. Desde Josh Brolin, en el papel de Eddie Mannix -el hombre orquesta-, pasando por un George Clooney en modo bufón; Scarlett Johansson como la célebre y malhumorada actriz y Femme Fatale; Ralph Fiennes como un exigente director europeo de pasado oscuro; Channing Tatum bailando disfrazado de marinero gay y bolchevique ; Tilda Swinton en un doble papel de gemelas periodistas de chimentos, Frances McDormand como la montajista con aires psicóticos y hasta Alden Ehrenreich, interpretando a un actor de western que no sabe hablar a quien el estudio ha decido convertir en actor de drama, entre otras actuaciones.
Sin la profundidad dramática de otros films de los directores pero más profunda de lo que aparenta y con más gags que trama, ¡Salve, César! tiene tanto de critica como de añoranza y la perspicacia propia de los hermanos Coen, que siguen siendo cínicos con los mercenarios métodos de Hollywood y lo ridículos habitantes de ese universo.
Mención aparte para tres de las secuencias mas ingeniosas y divertidas de la película que quedaran en nuestras retinas; Una reunión de los líderes espirituales y popes religiosos con Mannix, para debatir si el tratamiento de Jesús en el filme ofende a su respectiva fe; la reunión de guionistas comunistas fieles a las doctrinas de Marx y a su interpretación del capitalismo, concientizando a Clooney para la formación de el hombre nuevo -en clara referencia a la Guerra Fría y lo que terminaría derivando en la Caza de Brujas de McCarthy-, y la de Channing Tatum huyendo en alta mar con su perro.