Declaración de amor al Hollywood de oro, la nueva película de los hermanos Coen funciona más como homenaje a aquellas superproducciones rocambolescas y maravillosas de sirenas a lo Esther Williams o romances con bailarines de tap a lo Gene Kelly, pasando, claro por los grandes tanques históricos, como Salve César, el fim que se rueda en uno de los estudios Capitol cuando a su estrella -un cómico George Clooney en sandalias-, la secuestra un grupo de comunistas: por supuesto, escritores.
Sátira anárquica del cine de los grandes estudios hecha desde el cariño, es imposible no disfrutar de su humor y su simpatía, aunque no todos los chistes funcionen.