Quince años atrás, Brian De Palma desnudaba las atrocidades que esconde todo campo de batalla en “Pecados de guerra”. Allí, el escenario era Vietnam y se trataba de la violación y muerte de una campesina a manos de soldados estadounidenses. Acá se trata de un hecho similar, un episodio real ocurrido en Irak. Soldados americanos violan a una menor y luego la asesinan junto a toda su familia. De Palma abandona en este caso el estilo cuidado que maneja en sus thrillers, para contar los hechos a través de un collage de imágenes en crudo, aparentemente tomadas de videos caseros, sitios web, noticieros y cámaras de seguridad. El tratamiento le imprime una veracidad sobrecogedora a lo que se narra. En todo momento, aparece como la contracara de la historia oficial. La guerra que nadie quiere ver, en un film duro, polémico, situado en la vereda de enfrente de las elegantes piezas hitchcockianas que prodiga el director, quien fue acusado de favorecer el terrorismo por ciertos sectores conservadores de la política norteamericana.