El nombre de James Cameron como productor es el gran atractivo de esta película dirigida por el ignoto Alister Grierson. Un grupo de expertos buzos financiado por un excéntrico multimillonario amante de los deportes de aventura se sumerge en una cueva submarina de Papua, Nueva Guinea, que jamás ha sido explorada. La película -más allá de la espectacularidad de algunas de sus imágenes en 3D- apuesta como motor dramático por una relacion padre-hijo decididamente disfuncional, llena de lugares comunes y frases altisonantes. El resto es un forzado tono épico para hablar del heroismo, la fuerza de voluntad y la redención.