Sanctum

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

James Cameron’s Boring

Con muchas personas (amigos, compañeros, lectores de Fancinema) he compartido comentarios o pequeñas discusiones acerca de los lugares comunes, códigos, convenciones y clisés en el cine. Generalmente concluyo, con toda facilidad, que a veces son necesarios y validos, pero que una película no puede ser sólo eso, porque sino pasa lo que en Sanctum 3D.

Efectivamente, Sanctum es como una fábrica de autos robotizada: rápida, eficiente y sin alma, como si todos los involucrados se hubieran reunido a hacer la película en tiempo, forma y dentro del presupuesto, y ninguno se acordara de llevar el corazón y la garra. No es porque la historia no lo permitiera: hablamos de un relato de supervivencia, en el que un grupo de espeleólogos (exploradores de cuevas) se encuentran en una caverna gigantesca en Papúa-Nueva Guinea. Debido a una fuerte tormenta, esta empieza a inundarse y los protagonistas deberán encontrar la salida por el extremo aun no explorado de la cueva. Entonces tenemos aquí todos los elementos: el experto Frank (un duro Richard Roxburgh), su hijo Josh (Rhys Wakefield), el patrocinador millonario de la expedición Carl (Ioan Gruffudd), su novia (Alice Parkinson) y Crazy George (Dan Wyllie), el amigo de Frank, casi tan experto como él. Hay también un ambiente natural hostil, momentos de decisiones difíciles, cuestionamientos morales que vienen al caso, buenas imágenes de la cueva, 3D. Incluso el director Alister Grierson se encarga de subrayar el tosco desarrollo de la relación padre-hijo entre Frank y Josh; es decir, todo lo esperable y nada mas. Ni la supuesta claustrofobia que se genera en los intricados recovecos de la cueva, ni la aventura prometida que jamás aparece, ni que esté basada en hechos reales, ni el nombre de James Cameron entre los productores que aparece en el afiche, nada es excusa suficiente para la existencia de este bodrio.

Grierson no logra en ningún momento los clímax necesarios, su cámara va torpe al lado de unos personajes planos, a veces hay imágenes impresionantes del lugar, y otras veces todo es tan confuso, que no se saben ni por dónde vienen ni hacia dónde van Frank y compañía. Sanctum intenta abrirse camino entre lo dramático y el horror, pero se queda en el medio, no intimida y sus personajes no importan.

Sencillamente, las convenciones y clisés son parte del lenguaje cinematográfico. Ayudan a aceptar, en cierto grado, algunas inverosimilitudes, o al reconocimiento y contextualización de tal o cual género. Pero cuando una película está compuesta sólo por esto, sus responsables abandonaron toda posibilidad artística en ella y estamos ante simple mercancía industrial sin valor y olvidable.

Por lo tanto, si de cuevas se trata, mejor meterse en la del El Descenso 1 y 2. Chau Sanctum, nos vemos una tarde de sábado en Telefé.