Desparejo, pero con los destellos de un gran director
A medio siglo de su debut como director con la que sigue siendo considerada su mejor película, el drama "I pugni in tasca", el director Marco Bellocchio cuenta dos historias extrañas, bastante góticas, que atraviesan las épocas desde el siglo XVII hasta el presente centrándose en una misma locación, un convento donde suceden cosas bastante truculentas.
Empezando por la historia que da su mayor cuerpo al film, la de un insistente juicio por brujería que toma como víctima a la bella Lidiya Liberman para que confiese su pacto con las fuerzas oscuras. No porque ni los mismos religiosos estén convencidos de que ese pacto existiera, sino dada la necesidad de poder enterrar en tierra consagrada al difunto amante de la acusada, algo que impide su suicidio. La única manera de enterrar dignamente al muerto en la catedral del pueblo es lograr evidencia de que no se suicidó por voluntad propia, sino por un embrujo, de ahí la necesidad de que la mujer haga su confesión.
Lo mejor
El único problema que tiene esta estrategia es la terquedad de la acusada, por lo que los intentos por hacerla confesar se van volviendo cada vez más terribles. Esta parte de la pelicula es la más interesante y lograda, con buenas actuaciones y algunas imágenes fascinantes. Lamentablemente el relato contemporáneo que recoge algunos elementos del anterior para enfrentar a dos personajes muy opuestos, como un vampiro y un investigador de impuestos, no tiene la misma fuerza, especialmente debido a que el director utiliza un tono grotesco no muy atractivo.
Desparejo y todo, el film igual muestra cada tanto el toque de un gran director.