El riesgo siempre es bienvenido
Boy Olmi debuta con un filme ambicioso y también previsible.
Por más sesos que le gusten comer a Jorge, un actor devenido cineasta, no hay mucho raciocinio en lo que el hombre hace. Entre alucinaciones y deseos, Jorge es un hombre que parece que se deja llevar por los impulsos más que por su cerebro.
Su hija, Sara, es antropóloga, y está haciendo un video sobre las mujeres que trabajan, discute acaloradamente en paneles de televisión y parece estar tan en soledad como su padre. Pero "no estoy sola -le aclara a Jorge-. Tengo mis cosas."
Actor de cine, pero que "odia la TV", Jorge fue famoso aunque "hace tiempo que no trabaja tanto". Está enfermo. Nada (de nadar). Y se inyecta.
El tercer personaje de peso en Sangre del Pacífico es Charito, peruana, que deja a su hijito en su pueblo y se viene a Buenos Aires a probar suerte. Mucho no llega a probar, porque pronto le consiguen trabajo -previa cometa- en la casa de una señora mayor, algunos dirán oligarca, al menos adinerada. A Carmen (China Zorrilla) a veces se le vuelan las chapas, y le espeta un "Sos tan primitiva como las otras", cuando la echa porque cree que le robó una pulsera. Pero no la echa tanto porque sino se terminaría la película.
En algún momento los personajes se cruzan, las miradas que dirige Jorge hacia la mucama son extrañas y bastará que alguien comience a explicar en palabras lo que se veía venir en imágenes para que todo, si no cierre, al menos permita entender de qué va la película.
La relación entre Jorge, Sara y Charito es central en la opera prima de Boy Olmi, tanto como la intención de denunciar o al menos poner en primer plano el maltrato laboral de las mujeres. El filme incluye testimonios ficcionalizados, pero que en vez de agregar, restan, y si suman es a la confusión.
No puede decirse que Olmi (que asume riegos) no se ha rodeado de gente de cine, que sabe como pocos el metier. Todos los rubros técnicos son impecables, pero donde Sangre en el Pacífico hace agua -vaya paradoja- es en el guión. No sólo por algunos diálogos, o situaciones que les toca vivir principalmente a Jorge y a Charito por separado -el personaje peruano es bastante elemental, y que le hagan decir que no sabe cómo piensan los pájaros tampoco ayuda-.
Si Zorrilla está, como siempre, en su nivel, no puede decirse lo mismo de su coterráneo Delfi Galbiati como Jorge. Ana Celentano cumple y aporta su mirada y look intrigante, y Emilia Paino, la altruista de Expedición Robinson, parece más preocupada por su entonación, su voz a-la-peruana, tratando de ti, diciendo "ia" o ceviche.