La realidad que intenta exageradamente superar la ficción.
Michael Bay es un referente indiscutido del buen cine comercial norteamericano. Desde Bad Boys hasta su saga de Transformers, este fanático del video clip ha sabido entretener a la audiencia con distintas propuestas, pero siempre apelando a un mismo estilo: el despliegue visual. Bay es un animal de la fotografía y la edición, y como tal, la estética de sus películas es siempre imponente. Pain and Gain, en lo técnico, no es una excepción en la filmografía del director, aunque sí lo es todo lo demás.
La película está basada en una historia verídica sucedida en la década del 90’ en Miami, en la que tres fisicoculturistas improvisados deciden convertirse en criminales de un día para el otro, con el objeto de dar un salto económico importante. Bay acierta en todo lo contextual: vestuario, escenarios y ambiente están muy bien representados en el filme; y luego, Bay quizás erre en casi todo lo demás.
Pain and Gain está realizada en clave de comedia negra, presentando a sus personajes de modo casi caricaturesco, lo que genera un cierto contraste con la premisa original de la propuesta, que es contar una historia verídica. Es cierto que se trata de hechos increíbles, pero la caracterización de los personajes es tan grotesca y escueta, que es casi imposible dar crédito a lo que se ve. Las cámaras están muy bien y la edición es impecable, pero la historia se cuenta a través de líneas inocuas e imágenes llenas de estética, pero vacías de contenido.
Michael Bay es un gran cineasta a la hora de traducir historias simples en imágenes, pero cuando el guión es sustancial, muchas veces no alcanza con buenos planos y una edición creativa. Pain and Gain es una película a la que le falta desarrollo argumental en cuanto a las motivaciones y sensaciones de sus protagonistas, quienes terminan luciendo acartonados y exageradamente irreales.
Una historia contundente necesita un guión sólido de base y lo cinematográfico se construye sobre él. Pareciera que Bay acá ha hecho al revés, fiel a su estilo. Cuando uno ve Armageddon o The Rock, sinceramente no tiene mucha importancia; pero cuando se trata de una historia verídica, con un desfile de buenas imágenes no es suficiente.