Santa Lucía es un pequeño pueblo tucumano, pero con una larga y trágica historia que, de alguna forma, resume los avatares de la Argentina. Durante décadas fue el centro de una región azucarera, pero tras el cierre en 1968 del enorme ingenio que era el eje de la producción local se convirtió en poco menos que una comunidad fantasma dominada por la desocupación (aunque parte de la población se reorientó hacia la actividad ligada a los cítricos).
Santa Lucía fue también el lugar elegido por el ERP para sus experiencias de guerrilla rural y por el ejército, para instalar la base del Operativo Independencia (posteriormente el viejo ingenio se convirtió en uno de los centros clandestinos de detención durante la última dictadura militar). Y, en el terreno cinematográfico, fue el eje de un clásico del cine neorrealista como El camino hacia la muerte del viejo Reales (1971), de Gerardo Vallejo.
La guionista y realizadora Andrea Schellemberg regresa a ese paraje para acompañar la investigación de Lucía Aguilar, una joven profesora de Historia en la escuela primaria del lugar, que intentar esclarecer los hechos sucedidos allí durante aquellos tiempos oscuros de represión y miedo (un miedo que, en muchos casos, aún se percibe entre los vecinos).
La película tiene las mejores intenciones, ya que intenta acercarse tanto a lo personal como a lo familiar y a lo social, pero lo hace a partir de una construcción narrativa bastante errática, planos muchas veces descuidados, una voz en off que intenta disimular los baches y una musicalización poco atractiva.
Algunos pasajes donde la cámara se acerca a la intimidad de los integrantes de la comunidad, ciertos materiales de archivo y testimonios conseguidos -omo el del teniente coronel (R) Jorge Mittelbach- resultan lo mejor de un film de tono didáctico que resulta más interesante por su temática (y sus múltiples connotaciones) que por una apuesta formal demasiado elemental y esquemática.