Probablemente dentro de mucho tiempo, quién haga una revisión minuciosa del cine argentino de los últimos 15 años, pueda concluir (con grandes posibilidades de estar en lo cierto) que estos han sido años en los cuales la reconstrucción del pasado reciente, en especial el de los años de plomo, fue la temática principal del género documental rodado en nuestro país. Sería inútil nombrarlos a todos porque también es una forma de meter la calidad dentro en la misma bolsa, pero se entiende (espero) el punto.
Gracias a este “entrar en detalle” de las obras vistas podemos descubrir en “Santa Lucía”, estrenada esta semana, otro de los tantos eslabones que colaboran a formar la cadena histórica necesaria, fundamental e insoslayable, para fortalecer el ejercicio de la memoria e indispensable para no cometer los mismos errores.
La realización de Andrea Schellemberg se centra en la pequeña localidad del título, situada en la provincia de Tucumán. Las sólidas imágenes del comienzo dan cuenta del paso del tiempo (y del olvido), además de cierto estado de abandono. Fue allí donde se instaló el ejército en épocas en las cuales su “misión” era la de combatir la guerrilla de la zona rural un par de años antes del nefasto marzo de 1976 y posteriores.
Lucía Aguilar es quien eleva su voz en forma de preguntas para reconstruir, comenzando con la desaparición de su tío Pedro, aquél momento signado por la violencia y el terrorismo de Estado. La cámara la sigue mientras ella interactúa con sus vecinos o allegados, algunos de los cuales todavía se resisten a hablar del tema, o contar lo que saben, como si aún sobrevolara el fantasma del “no te metas”.
A medida que transcurren los minutos la elocuencia de las imágenes del lugar, como símbolo de la fragilidad social, se debilitan al entrar la obra en el facilismo de apoyarse en los testimonios. Es una forma de situar al espectador en lugares más acotados, pero ir de un ingenio abandonado a la cocina de una casa no siempre sirve para dimensionar. También es verdad que la riqueza del contenido histórico reside precisamente en las palabras del presente por lo que debería tender a balancear la falta imágenes que cuentan. En todo caso, el resto está provisto por el material de archivo del canal 12 de Tucumán o canal 10 de Córdoba, ya vistos en otras producciones como “SMO, el batallón olvidado” de Marcelo Goyeneche, pero útiles a contrastar la gente de antes con la de ahora.
“Santa Lucía” es un documental que responde a los cánones de esta forma de contar la historia, pero sobre todo al interés por transmitirlo a las próximas generaciones demostrado en la escena en una de las aulas de la Escuela 390 en la cual vemos a chicos de primaria atentos a una clase sobre la guerrilla en Tucumán en general y sobre la localidad de Santa Lucía en particular. Visualmente no hay novedades, pero su trascendencia como documento logra por momentos esquivar ese aspecto del análisis.