Una película así es una especie de bálsamo, y también una ocasión cinéfila.
Rarísimo milagro en la cartelera demasiado infantil de nuestra era: se estrena en pantalla grande un documental de Nanni Moretti. Que es como decir que, por fin, tenemos una especie de bálsamo, algo que nos hace un poco bien.
Aquí el realizador italiano, el creador de varias obras maestras, vuelve al formato diario íntimo que desplegara en “Caro Diario” y “Aprile” para recorrer Santiago de Chile, y también la relación entre esa ciudad e Italia, rica y fuerte. Especialmente, muy especialmente, la relación que se estableció cuando la caída de Allende y la dictadura de Pinochet, momento en el cual la embajada de Italia se convirtió en un refugio.
La voz y la presencia de Moretti, la manera como mira, las imágenes que captura de tal modo que nos integran con él al paisaje y la belleza de cada encuadre hacen de una película así una especie de bálsamo, y también una ocasión cinéfila.