Casi como una especie de subgénero dentro del género del documental, son aquellos trabajos en los que la mirada del director traza el retrato de un determinado artista.
Hay siempre alguna razón por la que el ojo del director se pose en la vida y en la obra de un artista plástico, un cineasta, un músico, un escritor, un cantante famoso, un grupo musical, un actor, una actriz, porque ha encontrado en algunos de sus trabajos o en su historia de vida las razones suficientes que hayan captado su atención para llevarlo a la pantalla.
Susana Moreira parece ser la directora ideal para trazar estos retratos. No solamente ha dirigido en 2016, “Miguel Mirra: un artesano” sino que ha participado en la producción de trabajos sobre la vida de Adolfo Pérez Ezquivel, Nora Cortiñas o Eduardo Pavlovsky y en este caso ha elegido a una de las más destacadas compositoras de música folklórica salteña.
En “SARA MAMANI, el nombre resiste” la realizadora no solamente atraviesa la historia personal de la cantante sobre la que destaca un sendero de coherencia y compromiso con su trabajo y con la militancia, sino que además dedica una buena parte de su trabajo documental a mostrar las canciones más sobresalientes del repertorio de Mamani, que quizás no sean conocidas por un público masivo, por lo que este trabajo se transforma en el vehículo ideal para que llegue su música emocione a nuevos espectadores.
El planteo del recorrido es casi cronológico, desde sus recuerdos de infancia y adolescencia, siempre muy enraizados en su Salta natal donde ha cursados sus estudios de Filosofía, hasta sus inicios en la música de la mano del Cuchi Leguizamón.
Tilcara será la tierra en donde la música explote e irradie la fuerza que tiene el carnaval, las coplas y sus canciones. Buenos Aires se erige como el tercer eje geográfico donde gira su historia, su residencia hace unos treinta años y el lugar en donde todavía se siente algo extranjera, pero es justamente el espacio donde puede desplegar más fuertemente su militancia y su trabajo incesante por los derechos humanos.
No solamente la historia de Sara Mamani interesa desde el punto de vista artístico tratándose de una compositora enraizada en nuestras tradicionales y en nuestro folklore sino que poco a poco, Moreira va desplegando su historia de vida y descubrimos otras facetas como su compromiso político, su trabajo en el Servicio de Paz y Justicia y su sororidad con el movimiento feminista (siempre sus bandas han sido formadas por mujeres referentes de la música), que tiene un doble mérito justamente por ser originaria de una provincia argentina donde está muy presente la figura del patriarcado y donde las mujeres parecen ser destinadas a otra suerte.
Jugando con su faceta artística, sus compromisos públicos, pero también con algunos fragmentos de su vida privada (amigos, fogones, guitarreadas, el vínculo con su madre y alguna vecina de su madre), Moreira traza un retrato completo de Sara Mamani que poco a poco se va haciendo fascinante.
Quizás lo que apague, en cierta manera, el resultado final son algunos problemas en los rubros técnicos que le dan un aspecto marcadamente televisivo, algunas imágenes de archivo muy precarias y una factura que, en algunas secuencias, no luce todo lo cuidado que se espera para un producto que se estrena cinematográficamente en salas.
De todos modos, lo que prima es la entereza de su historia de vida que siempre estuvo atenta a las necesidades de los grupos minoritarios y que recientemente ha sido destacada en el Colegio de Abogados de CABA por su aporte a una sociedad más igualitaria. Distinción que resume y sintetiza, lo que Moreira transmite tan claramente en su documental.
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» Moreira traza un retrato completo de Sara Mamani que poco a poco se va haciendo fascinante»