Paisaje después de la batalla
El filme, ganador de la Berlinale, se centra en las consecuencias del conflicto de los Balcanes.
El gesto adusto y la mirada perdida de Esma revelan que la mujer ha sufrido y sigue sufriendo. El espectador no sabe, exactamente, qué es lo que le sucedió, pero en una historia que transcurre en la Sarajevo de posguerra, bien puede imaginarse de dónde podría venir el problema.
Es mejor no saber mucho qué es lo que le sucedió a Esma si uno desea entrar en la parte "intriga" de Sarajevo, mi amor, la opera prima de la bosnia Jasmila Zbanic que, sorprendentemente, ganó el Oso de Oro a la mejor película en el Festival de Berlín de 2006. Si se tiene en cuenta lo que le dice a su hija, Sara, una chica bastante rebelde de unos 12 o 13 años, su depresión viene de haber perdido a su marido en la guerra. Pero da la impresión de que ese no es exactamente el problema.
El filme manejará varios hilos narrativos paralelos. Por un lado, Esma deberá juntar 200 euros para pagarle un viaje escolar a su hija y, como no llega, acepta un trabajo nocturno en un local manejado por una serie de aparentemente oscuros personajes. Tomando en cuenta la historia de Esma, la elección de ese trabajo es bastante curiosa, o deja en claro su desesperación.
Por otro lado, la hija enfrenta sus propios conflictos en la escuela, empezando una especie de relación con un chico que no parece el novio más indicado para alguien como ella. Especialmente cuando un día se aparezca con un arma.
Con la presión de conseguir el dinero como eje, Esma se meterá en problemas con los mafiosos del lugar, chocará con su hija y amigas, y no sabrá cómo responder cuando Sara le pida detalles de quién fue y qué pasó con su padre.
Todos esos elementos se combinan para pintar un duro cuadro de situación en el que se sienten las secuelas y consecuencias de los horrores de la guerra en las actitudes y comportamientos cotidianos de todos los personajes. Ese pasado tremendo está muy cerca, y aunque todos intentan mirar para otro lado, es obvio que el dolor está a flor de piel.
Sarajevo... no siempre logra salir de una cadena de acontecimientos armada por un guión demasiado estricto, que lleva a los personajes de las narices y los pone a representar distintas situaciones traumáticas de posguerra: familiares muertos, resentimientos étnicos, desconfianza, temores ante cualquier situación inusual. De hecho, Zbanic no puede (o no quiere) ser muy sutil a la hora de hablar del trauma de Esma, por lo que uno puede imaginarlo mucho antes de la explosiva revelación.
Igualmente, cuando esa revelación llega -y por la forma en la que llega- no deja de ser tremenda. Y allí sí la directora opta por no usar flashbacks ni ningún otro mecanismo melodramático de ese estilo. Le basta con el rostro desencajado y sufriente de Esma y el llanto desgarrado de su hija para producir en el espectador un nudo en la garganta del que cuesta desprenderse por un buen rato.
Sarajevo... -un poco como la peruana La teta asustada, también ganadora en Berlín, pero sin su pintoresquismo for export- es una de esas películas que consiguen premios al hablar de una dolorosa situación anclada en un dramático hecho real. Lo difícil del análisis es darse cuenta si, para eso, no lo están también explotando.