Sarajevo, Mi Amor es una muy buena historia que a partir de los conflictos principales de los personajes centrales, aborda las consecuencias subjetivas que deja una violenta guerra en sus sobrevivientes. Son las secuelas más invisibles, más ocultas que hereda una sociedad, con un alto grado traumático y sus efectos no son inmediatos, cada quién se las tiene que arreglar como puede ante un pasado tan doloroso que transforma la realidad presente.
Grbavica es un barrio de la Sarajevo de post-guerra, durante el conflicto bélico de Bosnia en los 90s, este vecindario fue tomado por el ejército serbio como un campamento que se convirtió en un centro de torturas y de violaciones a los derechos humanos.
Hoy Sarajevo es una ciudad que intenta reconstruirse y ser económicamente productiva, allí en Grbavica vive Esma, una madre de una chica adolescente que lucha por llevar adelante su hogar para que ella y su hija puedan vivir lo más dignamente posible en una sociedad consumista, por tal motivo buscará otro empleo por las noches, para poder pagarle a la joven el viaje de fin de curso.
Sara, la hija, por su parte es una muchacha orgullosa de ser heredera de un mártir de la guerra, y lo expresa a través de identificarse por unos cuantos rasgos masculinos que la ubican como la “machona” del curso. Los hijos de aquellos padres que murieron en batalla no necesitan abonar el viaje, Sara desea viajar bajo este estatuto pero Esma se resiste, quiere pagarlo, parece un capricho pero no lo es, algo oculto subyace bajo este conflicto entre la madre y la hija.
Mediante una modalidad realista, donde el relato se va desplegando en la vida cotidiana de sus personajes, la directora se vale de estos recursos para armar una narrativa atrapante. Tanto Esma como Sara van a ir experimentando distintas vivencias paralelas al conflicto central, ambas se cruzaran con el amor, con los miedos, con sus contradicciones, con las vicisitudes de una vida en sociedad y con los conflictos típicos que tienen una madre y una hija adolescente.
Los primeros planos, algunos silencios y los detalles cotidianos de la existencia permiten retratar a través de muy buenas actuaciones, personajes ricos que transmiten una compleja subjetividad y resulta imposible no encariñarse con ellos. A pesar de ser un relato crudo que da cuenta de una realidad difícil de asimilar, no faltan buenos momentos de humor que alivian cierta tensión que se viene asomando.
Jasmila Zbanic, una mujer, que cuando comenzó la guerra era una chica que se alegró porque le suspendieron un examen de matemáticas, aunque después le tocó ser una fiel testigo de tremenda brutalidad, nos trae en su primer largometraje, está película que nos habla básicamente acerca del amor y como este puede aliviar un dolor insoportable, pero lejos de ser un discurso romántico es un mensaje crudo, real y ambivalente como la vida misma y quizás también, una redención de aquella alegría inicial.