A Miguel (Francisco Baquerizo) el protagonista excluyente de “Saudade” (Ecuador, 2014), de Juan Carlos Donoso, las cosas le pasan y no las registra. Mientras su país vive la crisis económica más grave de la que se tenga conocimiento, el sigue con sus rutinas de adolescente de clase media acomodada.
El archivo inicial, con imágenes virulentas llenas de fuego y mentiras de funcionarios (Domingo Cavallo incluido) prometían un camino a recorrer donde la reflexión sobre ese momento histórico, social y de decisión, tal vez, hagan que los personajes tomen un punto de vista sobre aquello que se narra.
Pero no, Donoso prefiere registrar con su cámara planos estilizados envueltos de música y complicidad juvenil, con citas a escritores y priorizando la anécdota de Miguel y compañía por sobre la verdadera multiplicidad de historias que suma a la trama.
Así, si Miguel es testigo sobre cómo uno de sus amigos pierde la vivienda, o sí dentro de su familia lo incestuoso juega un papel preponderante al mantener relaciones sexuales con una de sus hermanastras, todo será trabajado desde la narración como compartimentos estancos sin lograr fluir con el resto de la historia.
“Saudade” no refiere tanto al término portugués para reflejar un eterno estado de nostalgia, tan fuerte como imposible de negar y de asumir, sino que aquí estará más relacionado hacia la mirada perdida de Miguel frente a todo aquello que el mundo le revela ante los ojos.
Si la literatura se plantea como un refugio posible, con clases al mejor estilo “La sociedad de los poetas muertos” en las que su maestra lo incita a que la búsqueda de una voz propia, más allá de sus elecciones como Carlos Castañeda o Julio Cortázar, que le posibilitarían la formación de su identidad e integridad, sea el camino a desandar sin mirar a otro lado.
Al volverse reiterativo el narrar episodios aislados, y al quitarle potencia a las figuras paternales, las presentes y las ausentes, como esa madre que desea recuperarlo y le hace quebrar su universo momentáneamente, o ese padre que lo deja al cuidado de todo (y que en ese momento es mucho, principalmente por la crisis que se atraviesa), sólo refuerzan la idea hacia una construcción en la que la búsqueda y el andar continúo de Miguel termine convirtiéndose en un estilo débil sin una historia consolidada.
Justamente en la multiplicación de historias, y en la ausencia de una lograda cohesión narrativa y estilística, es en donde “Saudade” naufraga, identificándose más con la carencia del protagonista en vez de crear un juego que bucee más en el momento histórico y en las oportunidades que éste podría haberle sumado a esta ópera prima.