Historias verdaderas.
En S.C Recortes de Prensa (2014) somos testigos de la investigación realizada por Oriana Castro y Nicolás Martínez Zemborain acerca del diario Sin Censura, que comenzó a circular alrededor de los años 80 en Francia, con impresiones en Washington, y que intentó -con bastante éxito y a través de sus conexiones nacionales e internacionales- publicar la realidad de la argentina durante la última dictadura cívico militar.
El documental está realizado a través de entrevistas a los periodistas y colaboradores que con su pluma intentaron liberar al país de la ceguera en la que estaban envuelto y de la censura vivida por la mayoría de los medios de comunicación, cuya línea editorial de derecha no permitía descorrer el velo acerca de las desapariciones, la brutalidad y el horror vividos en el período.
Entre los colaboradores se encontraban Osvaldo Bayer, Carlos Gabetta, Gino Lofredo, Osvaldo Soriano y un Julio Cortázar que, instalado en París desde hacía varios años, ayudaba a todos los periodistas exiliados a encontrar un trabajo y a protestar por las terribles desapariciones de los empleados de prensa. Si bien el tema principal del documental es la creación de Sin Censura, podemos apreciar en los relatos de los protagonistas lo que fue la vivencia del exilio. Algunos de ellos nunca encontraron un trabajo en Europa y tuvieron que sobrevivir de maneras insólitas.
Las entrevistas, de una fotografía vasta en calidad, se mechan con imágenes de la dictadura. También tenemos la voz de un Videla apareciendo en televisión y la paradoja que se vivía fuera del país, donde en la ciudad de París -sobre todo- se organizaban marchas en repudio a la dictadura, en las que se apoyaba a las madres y abuelas y se mostraban las caras de los desaparecidos.
En medio de tamaña desinformación y miedo la valentía de la pluma pudo más y Sin Censura es un ejemplo de esto, a la vez que nos convida historias de lo que era ser un periodista en estos tiempos. Tiempos de Olivetti y de un trabajo de imprenta cuidadoso y longevo, tiempos donde no existía Internet y la información iba siendo recopilada de a poco.
Con imágenes poéticas, la voz en off a modo de epílogo de Juan Palomino y los extractos de las entrevistas, nos encontramos con un documental que roza con el género televisivo pero que a la vez es directo y efectivo a la hora de contar una historia que nos pertenece a todos.
Una luz de esperanza al final del túnel del horror, una voz que grita que no puede callarse ante los crímenes de lesa humanidad y que permite ver el trabajo de estos intelectuales, quienes juntos y con mucho esfuerzo lograron crear un diario donde la verdad no fuera coartada, donde el terror se volvió ingenio, donde el dolor de ver a sus compañeros desaparecidos -tanto en la ESMA como en Bahía Blanca- les permitiese seguir ante todo, ante la penuria y la miseria del exilio para continuar con el oficio del periodista: el de contar historias verdaderas.