A la nobleza de un chongo fílmico
A comparación de otras franquicias también oxidadas, Scary movie goza de una distribución de tiempo más aireada entre sus regresos: son cinco películas en trece años, mientras El juego del miedo metió siete en seis años, y Rápido y furioso llega a la misma cantidad, doce años después de su primera entrega. Siempre honestas y concretas, ninguna se distanció intencionalmente de un rol de infantería comercial, saliendo a garronear taquilla con premisas y finalidades simples, como la risa, el cagazo y las feromonas de personas sin mayores pretensiones hacia una película.
Quitando la sorpresa de su propia aparición, y la primicia en las parodias (esto a mano de los memes y gifs), Scary movie no pierde demasiados atributos en su reaparición. Ninguna película de la serie quiso que sus bromas escarbaran más allá de la vuelta payasesca al guión de la película parodiada, la provocación de momentos políticamente incómodos y la artillería de buenos one-liners, chistes físicos/escatológicos y apariciones ingeniosas de estrellas y actores con mayúscula (quizá No es otra tonta película americana fue la única en discutir conscientemente clichés de guión y actuaciones en el terror mainstream). Entre tantos intentos, el “what’s up?” extendido y fumón es hoy cultura popular básica, y personalmente muero por la parodia a 8 Mile en la tercera entrega, un ensamble compacto y potente de todas las cualidades que tuvieron las partes anteriores.
Así es que el desastre de Scary movie 5 se debe a dos cuestiones simples como repetición y austeridad. La oferta humorística recae demasiado en la torpeza física de los personajes, las referencias están gastadas (excepto por el guiño a Cincuenta sombras de Grey), las participaciones estelares quedan aisladas e impedidas de entrar y salir del argumento con mejor ritmo e incluso la vuelta hace extrañar a las dos actrices presentes hasta la cuarta entrega, Anna Faris y Regina Hall. Mención especial a la vuelta de tuerca lésbica al chiste de la representación del polvo con objetos y momentos cotidianos.
Es impertinente quejarse o esperar que Scary movie 5 alcance cierta altura artística: la película sigue llenando el cine, en 2013 y a cuarenta y cinco pesos la entrada, y realmente nunca nos exigió demasiado como espectadores. La relación es simétrica.