Una interesante primera obra de ficción presenta el director y productor Alberto Masliah, tras su debut en el documental con Negro Che: Los primeros desaparecidos, acerca de la problemática de la erradicación de la población negra en nuestro país. En este caso el cineasta aborda una historia relacionada con otros asuntos dolorosos, como la identidad y la represión ilegal tras los años de plomo. Con sensibilidad y capacidad narrativa, Masliah afronta el derrotero de Ernesto, residente en Alemania tras la desaparición forzada de sus padres, que intentará aquí reconstruir su pasado pese a una obstinada negación de sus reales sentimientos. Casi sin proponérselo, y con la excusa de hacerse cargo de una empresa de lana, emprenderá en el sur la búsqueda de una casa de campo llamada “Schafhaus”. Paralelamente establecerá fuertes lazos afectivos con lugareños que irán modificando sus planes de
regreso, alternativas que permitirán descubrir en pocos trazos características de varios personajes que eligieron su lugar en el mundo. Sergio Surraco lleva adelante su primer protagónico en el cine con convicción y sutileza, dejando entrever emociones detrás de ese germánico fastidioso y distante, bien rodeado por un elenco eficaz en el que se destaca Maria Lía Bagnoli. Una espléndida fotografía enmarca un film pequeño y de estilo clásico, pero logrado.