Indicios del pasado
Al volver a la Argentina por primera vez desde su infancia, Ernesto (Sergio Surraco) trae consigo una vieja foto familiar sacada en una chacra lanera llamada Schafhaus, y el borroso recuerdo de un adiós confuso. Criado por sus abuelos en Alemania, el joven viene no sólo a hacerse cargo de la empresa familiar, sino que también necesita resolver ciertas dudas, llenar los vacíos que sus abuelos pensaron que era mejor dejar intactos.
Así comienza la búsqueda de la chacra, que es el eje de esta película dirigida por Alberto Masliah. En el camino conoce algunas personas. Uno de ellos, Martín (Guido Massri), es un adolescente a quien su madre separó de su papá por motivos que a él tampoco le quedan muy claros. A pesar de las diferencias, los dos se encuentran en ese punto: necesitan esclarecer sus pasados.
Sin golpes bajos ni resoluciones idílicas, y con una gran factura técnica, Masliah aborda el tema de la identidad, desde el lugar más personal posible: la necesidad del personaje de aclarar esos recuerdos turbios, de reconciliarse con su pasado para poder emprender el camino que indique su propia historia.
En un filme realizado íntegramente en la provincia de Chubut, el trabajo de fotografía resalta la aridez del paisaje, esa misma desolación interna que sufre Ernesto.
En lo actoral se destaca Sergio Surraco, que además de la composición de su personaje, logra un muy creíble español con acento alemán, y María Fiorentino, en una aparición breve pero clave, y muy conmovedora.
Una propuesta válida, bien realizada y musicalizada, que cabe esperar no se pierda entre el aluvión de estrenos de la semana, sobre todo considerando que sólo se estrena en una sala. Se merecía un poco más.