EL CROSSOVER MENOS PENSADO
Luego de las dos versiones de acción real (sí sí, con mucho CGI) dirigidas por el inimputable de Raja Gosnell, el universo de Scooby-Doo había quedado reservado a productos televisivos muy menores. Pero como la legión de cuarentones que gobiernan hoy la producción audiovisual no descansa, la emoción nostálgica presiona para que volvamos a encontrarnos con el gran danés miedoso, su dueño Shaggy y el resto de la pandilla de especialistas en misterios: Velma, Daphne y Fred. Sin embargo ¡Scooby!, la película animada de Warner, no solo es un reboot que intenta volver a los orígenes del material, aquí atravesado por lo digital, sino también un impensado crossover del universo animado de la productora Hanna-Barbera, con la aparición de personajes como Halcón Azul y Dinamita, el perro maravilla, Pierre Nodoyuna o el Capitán Cavernícola, más algunos guiños que aparecen por allí como una marquesina con el nombre Pebbles. Más allá de lo atolondrado de todo el conjunto, hay una falta de ambiciones que se agradece y que le otorgan a la película un aire leve que la convierten en un amable entretenimiento.
El director de ¡Scooby! es Tony Cervone, con experiencia en algunos especiales de Tom y Jerry para televisión, también de Scooby-Doo o de los Looney Tunes. Evidentemente hay un conocimiento que lo vuelve ideal para hacerse cargo de esta película, que fusiona un poco la ingenuidad pop de los productos de Hanna-Barbera con la velocidad y el humor físico de las producciones de Warner. Hay un uso de los colores (verdes, violetas) que intenta recuperar algo de la estética de aquellas animaciones de los 70’s y una apuesta por el humor meta-textual que busca dialogar con el público actual. En ese sentido algunas cosas funciona, como cierto chiste sobre Netflix, y otras lucen decididamente forzadas (y destinadas a un público demasiado puntual), como la aparición de Simon Cowell, uno de esos jurados de concursos televisivos, haciendo de sí mismo. Lo que mejor funciona en ¡Scooby! desde una perspectiva cinematográfica es el prólogo, que narra el encuentro de Shaggy con Scooby-Doo y la conformación del grupo de amigos en el marco de Halloween: se fusiona el respeto a la lógica de la serie original a la vez que se trabajan los sentimientos de los personajes con calidez. A partir de ahí la película se convierte en una aventura más cercana al cine de superhéroes que al divertido juego con el terror que ostentaba la producción de Hanna-Barbera.
Ahora bien, detrás de la recuperación de Scooby-Doo, la película tiene la intención de poner nuevamente en primer plano el universo de los personajes de la escudería Hanna-Barbera. Hay presencias que se integran mejor con el relato, como Halcón Azul y Dinamita (por lejos las reinvenciones más felices de ¡Scooby!), o Pierre Nodoyuna como villano simbólico, y otras son decididamente débiles como las del Capitán Cavernícola. Y si bien son pocos los pasajes en los que las intenciones de los productores quedan demasiado en evidencia, terminan restando porque obligan a la narración a tomar caminos confusos para insertar todo dentro de cierta lógica. Aún con sus altibajos, ¡Scooby! termina siendo un entretenimiento aceptable, básicamente porque sus pretensiones son escasas (los conflictos son muy leves, la animación es estándar) y la aventura y el humor se imbrican de manera fluida: cuando el chiste encaja con el movimiento, este crossover resulta bastante infalible.