Entre el 2004 y el 2010 el canadiense Bryan Lee O´Malley se despachó con una saga de seis novelas gráficas que narraban la vida amorosa de un adolescente. Lo destacable de la serie era que utilizaba un lenguaje visual propio de los videogames y del manga, amén de estar plagado de referencias nerd. La saga de Scott Pilgrim obtuvo un gran suceso, y Hollywood llamó a Edgar Wright (Shaun of the Dead, Hot Fuzz) para dirigirla. Lamentablemente el resultado final - Scott Pilgrim Contra el Mundo - lo vieron dos personas, dió enormes pérdidas y pasó a ser rápidamente archivado en video. Es más que probable que sea un filme demasiado caro y dirigido para minorías, pero no se le puede dejar de reconocer el enorme despliegue de talento que Wright, Michael Cera y todo el equipo técnico ha desarrollado para llevar al comic a la pantalla. "Desborde creativo" es un calificativo demasiado modesto para lo que ofrece esta película.
Aquí hay otra historia de gente dejando de ser adolescente, y en este caso le toca el turno a Scott Pilgrim; un muchacho canadiense algo palurdo que sigue probando suerte con su banda de garage y no puede sacarse de la mente a su ex, la cual lo abandonó hace un año. El chico está saliendo con una estudiante oriental, la que desborda entusiasmo pero no termina por satisfacerlo. Pilgrim tiene un sueño recurrente - el de una chica algo terca, de pelo rosado y patines, que lo prepotea en su fantasía -, y el pibe se enloquece para encontrarla. Mientras lo hace, hay todo un circo de personajes secundarios formados por ex novias de él, compañeros de cuarto gay, insidiosas hermanas mayores y molestas nerds que forman parte de su mundo y opinan todo el tiempo sobre su vida. Todos ellos pondrán el grito en el cielo cuando Scott se tope con Ramona - la chica de sus sueños - y decida abandonar a su amigovia oriental. Pero eso no es lo peor de todo.
Todo el filme parece ocurrir dentro de un videojuego de la Nintendo, comenzando por la musiquita de órgano que reemplaza a la clásica fanfarria del logo de la Universal al principio de la película (y que establece el tono de todo el relato). Cada personaje tiene puntaje, hay barras de nivel que indican ansiedad, energía, cantidad de orina (!), y los ruidos tienen sus onomatopeyas sobreimpresas en la pantalla. El filme no se queda sólo con esto, sino que pega estilizados saltos narrativos - los personajes comienzan una frase de día y la terminan a la noche o en otro escenario; abren una puerta y salen a otro lugar completamente distinto al esperado -, con lo cual viven mezclando realidad y fantasía. Digo: no pretendo hacer un análisis intelectualoide del filme, pero lo cierto es que Edgar Wright hace un despliegue narrativo visual fabuloso. En todas las secuencias siempre hay un recurso nuevo, y uno no sabe muy bien para dónde apunta el filme.
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Establecido el clima de videogame, Pilgrim intenta avanzar com Ramona, sólo para descubrir que debe enfrentarse a la liga de sus siete ex novios, los cuales se plantan en combate de manera similar a Mortal Kombat (con música, bonus y fatalities incluídas) y todos ellos poseen superpoderes (wtf!). Algunos de ellos (entre los que se cuenta el ex Superman Brandon Routh y el inminente Capitán América Chris Evans) tienen dones absolutamente ridículos como el poseer poderes telekinéticos debido a que son vegetarianos puros (!!), o la dupla de disk jockeys asiáticos que son capaces de engendrar dragones de fuego desde sus bandejas de discos (!!!). Y cada vez que Pilgrim derrota a uno de ellos, avanza un nivel en el corazón de Ramona Flowers.
Debo admitir que la idea es encantadora y la puesta en escena es espectacular, pero a su vez hay algo que flaquea en toda la historia y es la relación central entre Scott Pilgrim y Ramona Flowers. En el fondo Scott Pilgrim Contra el Mundo trata de un muchacho que va abandonando la adolescencia (mental) y que sólo entiende a la realidad de acuerdo a los términos nerds que ha mamado durante ella, con lo cual el filme funciona como una alegoría. Ahora se encuentra embarcado en el romance de su vida con la chica de sus sueños ... pero la química es muy débil entre los protagonistas, y no se debe a una falta de los intérpretes sino a que el libreto le asigna un papel muy cínico a Ramona Flowers. Esta chica ha abandonado a medio mundo, y ni siquiera han sido relaciones importantes. ¿Por qué, entonces, volverían a defender el honor de la muchacha?. La historia ensaya una explicación no muy convincente sobre el final, pero lo cierto es que Flowers es el único personaje que no es ingenuo en la trama (bah, ella y el ácido compañero gay de cuarto de Pilgrim), y el romance con ella se ve forzado.
El otro punto es el tema de los supercombates, que parecen algo exagerados aún en un universo tan fantasioso como éste. No es que las peleas estén mal, pero a partir del segundo combate la cosa se pone repetitiva y cada vez más traída de los pelos. Uno no deja de reírse por eso, pero para el gran climax el director Wright (y el relato) llega con la energía justa. Quizás sean las secuencias menos satisfactorias de la historia, a pesar de su espectacularidad. Es como si Scott estuviera ganando puntos en el corazón / la memoria de Ramona, y cada pelea fuera una representación simbólica de ello... pero uno ve que Ramona no gana admiración por el protagonista a medida que avanza la historia (este mismo punto también fué muy criticado en la edición impresa del comic). Uno llega a la conclusión que quizás la historia hubiera estado mejor sin las super peleas (a pesar de que es uno de los más fuertes argumentos de venta del film).
Scott Pilgrim Contra el Mundo es una experiencia. Es nerd, es sicodélica, tiene su gracia y tiene momentos de gran ternura. Pero en todo ese cóctel falta algo, y es que el romance de los protagonistas no termina por cuajar por el exceso de adrenalina que lo rodea. Aún así, es una brillante obra fallida que vale la pena no perdérsela.