Melancolía 8-bit
Scott Pilgrim vs Los siete Ex de la chica de sus sueños (Scott Pilgrim vs. The World, 2010) potencia la integración orgánica de convenciones genéricas al extremo con las aventuras del héroe del título, que rige su vida bajo la (caprichosa) lógica del video-juego. Es decir, el film está compuesto por “jefes de pantalla”, barras de vida, Game Overs y moneditas a modo de puntuación, un pastiche de viejos juegos de la generación Nintendo y Sega, que incluye y referencia a Mario, Sonic, Donkey Kong y Zelda.
La historia es del tipo chico (Michael Cera) que conoce chica (Mary Elizabeth Winstead) y luego lucha contra cada uno de sus siete malignos ex novios, por ningún mejor motivo que el que la Canadá de Scott está sujeta a obedecer las convenciones video-lúdicas. La vida simula un gran ordenamiento de niveles interpelados por “jefes de pantalla” (los ex de la enamorada de Scott) y Scott se ve obligado a ganar el juego.
Este insólito planteamiento constituye el esqueleto estructural de la historia. Gran parte del humor es intertextual y se dirige a un reducido público (“la generación bit”) capaz de reconocer todas las referencias gráficas, digitales, sonoras y dialogadas que se hacen al panteón video-lúdico de principios de los ‘90s. Otra gran parte del humor recicla viejos momentos de la cultura pop acontecidos a lo largo de la década; abundan los chistes a costa de Seinfeld, las sitcom y “realizadores pop” de la calaña de Quentin Tarantino y Kevin Smith.
Fiel a su origen como tira cómica, el humor se construye menos por la actuación (si quiera el diálogo) y más por el montaje de paneles de sentido. La estructura del cómic se traduce inmaculada, fragmentando chistes en paneles y sucediéndolos con ritmo acelerado. Por ello mismo, la significación oscura de ciertas referencias no interviene en la gracia de un chiste, ya que dependen casi exclusivamente de su montaje y no de su contenido. La audiencia no se verá polarizada por el tipo de humor; sí por su sobrecarga de luces y colores y sensibilidad camp.
Constituida casi exclusivamente de gags, chistes y referencias apuntaladas a un público relativamente selecto, Scott Pilgrim vs Los siete Ex de la chica de sus sueños posee en el fondo de su barroquismo audiovisual una historia de amor. Es más un nexo conector entre escenas que un auténtico núcleo emocional. Cera y Winstead resultan meramente simpáticos como dos veinteañeros “puros” capaces de escapar la polución de su generación, pero la emoción queda tentativamente restringida a la saturación de un barroco campo audiovisual.