Terror autoconsciente
Hace quince años se estrenaba Scream (1996), una película de terror que jugaba con las reglas del género. Scream 4 (2011) continúa y lo extiende a la idea de franquicia o saga, donde la original y su nueva versión dialogarán constantemente. Las competencias del espectador son nuevamente fundamentales.
Sidney Prescott (Neve Campbell) vuelve al pueblo donde sufrió los asesinatos años atrás. Ahora la acosada por el enmascarado será su prima adolescente Jill Roberts (Emma Roberts), y entre su grupo de amigos transcurrirá la nueva ola de asesinatos. El policía tonto que resolvió los anteriores crímenes, Dewey Riley (David Arquette), alcanzó la categoría de comisario y su esposa Gale Weathers-Riley (Courteney Cox), la ex notera televisiva, volverá al ruedo para darle una mano a su marido.
Wes Craven, director de toda la saga, es consciente del germen que hizo poderosa y distinta a Scream: la autorreferencia. Para esta versión deberá adecuarse a un público nuevo y a un género reinventado. Para ello duplica la apuesta: propone un juego sobre las reglas del terror, pero también sobre los códigos que debe cumplir una remake.
De esta forma, arma una serie de guiños al espectador que son lo mejor de la película. Primero genera un intertexto constante como motor del film –un inicio que habla del cine dentro del cine y, otra vez, del film dentro del film- y abre un panorama crítico paródico sobre el estado del cine de terror actual: “Estoy cansada de la tortura pornográfica, eso no asusta” dice uno de los personajes.
A la vez, y de manera inteligente, se pone en el rol de la crítica y los posibles caminos de abordaje de la película tirando frases como “debe superar la original” o “a la original no hay con que darle”. Tampoco deja de lado el golpe de efecto en el público con el festival aniversario del film “Puñalada” (nombre de la película en la diégesis) que organizan los adolescentes de la película.
Scream 4 acierta en ubicarse en todos los lugares comunes para subvertirlos y desde ahí ganarse su lugar dentro del terror actual. Se autoparodia, se autorreferencia y se auto plagia para, ahora sí, no proponer nada nuevo, sino volver a revivir los valores positivos que convirtieron a la saga en un éxito sin precedentes.