¡Slasher not dead!
Una nostálgica declaración de principios nos envuelve desde el comienzo de Scream 4: desde allí, Wes Craven y Kevin Williamson (director y guionista de toda la saga respectivamente) nos dicen lo que van a hacer, que no es sólo volver a burlarse de los códigos, clisés y mecanismos del cine de terror actual sino también de su creación, es decir, la trilogía noventosa de terror por excelencia, Scream 1,2 y 3.
Entonces, todos han vuelto a Woodsboro, y no sólo los asesinatos, está allí el reparto original sobreviviente: Sidney Prescott, la eterna victima de la saga interpretada por una efectiva y más adulta Neve Campbell; y por el otro lado, el dúo resuelve-crímenes, compuesto por la periodista Gale Wearthers (una madura Courtney Cox) y el policía Dewey Riley, o sea David Arquette, que está igual que hace 10 años, tanto en su desempeño como en su apariencia. Enfrente tenemos un elenco de jóvenes figuras televisivas, destacando a la bella Hayden Panettiere, quien hace a la divertida Kirby Reed, y el interesante Rory Culkin (hermano de Macaulay) interpretando a Charlie Walker, una especie de nuevo Randy (el cinéfilo que explicaba las reglas en la Scream original). También cameos de algunas medianas estrellas como Kristen Bell o Anna Paquin.
No es noticia que desde la primera Scream el dúo creativo Craven-Williamson nos ha ofrecido películas que dialogan continuamente con el género de terror, no sólo con la catarata de referencias y homenajes constantes, también con una mirada crítica, irónica y burlona acerca de la forma de hacer estas películas. En esta cuarta entrega parece que se decidieron a poner todo los que les quedaba por dar, como si hubieran aceptado aquello de “estoy viejo para hacer esto” y gastaran sus últimos buenos cartuchos para decir “esto es lo que soy, esto es lo que nos gusta“ a todo trapo. Porque, entre otras cosas, Scream 4 viene a romperles los tímpanos a las hordas de perversitos fanáticos de El Juego del Miedo.
Mientras se nos dice que el único cine de terror que hacen los estudios son remakes, la remake de Scream se escribe ante nuestros ojos, en el medio se cruzan las generaciones, se incorporan las nuevas tecnologías y los nuevos códigos de los fanáticos del género.
Scream 4 tiene dignidad, dice lo que a Craven-Williamson les queda por exponer al respecto, y también lo que a Neve Campbell, Courteney Cox y David Arquette. Hay en sus interpretaciones auto-paródicas una nostalgia juguetona, como que con sus exageraciones nos dieran a entender que estas son las ultimas emociones que nos van a dar en esta saga, últimos miedos y risas, todos salen bien parados, regalando una gran diversión, bien interpretada y a la altura de las circunstancias.
Otro de los pilares de toda la saga han sido sus consideraciones acerca del espectador de cine de terror. En este cuarto capítulo ese dialogo es llevado a limites casi ridículos y divertidos. No sólo se nos indica cómo somos como público, sino también lo que queremos, lo que nos gusta, y lo estúpidos que podemos ser al ver siempre la misma estupidez, todo esto con mucha fluidez y ritmo y contándonos otra vez, la historia de Sidney escapando del asesino misterioso.
Si el título de esta crítica es “Slasher not dead” es porque este subgénero está muerto en realidad, es un grito de deseo. El Slasher quedó allá en los 80`s y la misma saga de Scream ha sido de lo poco digno que se ha hecho con los asesinos enmascarados. Y con el grado de autoreferencia al que ha llegado con Scream 4, ya nada parece quedar para hacer con él. Y sí, seguirán llegando las buenas remakes como Halloween 2 y las muy malas como Prom Night, pero quizás lo ideal sería que cada 10 años hagan una Scream para que nos diga en que nos equivocamos todos.