La nueva entrega de la saga Scream continua la historia de las hermanas Carpenter introducidas en el relanzamiento que tuvo la franquicia el año pasado.
El argumento original tenía previsto otorgarle un rol destacado al personaje de Sidney Prescott, cuya participación había sido más limitada en la película previa.
Sin embargo, el proyecto se pinchó cuando Neve Campbell decidió abandonar la saga debido a que le ofrecían un salario muy inferior al que ella demandaba.
De este modo el argumento tuvo que ser alterado a las apuradas ya que el rodaje entraba en producción en junio del 2022.
La película que entregaron los directores Matt Betinelli-Olpin y Tyler Gillett tiene poco que ver con el proyecto que habían concebido y califica como el episodio más flojo de la saga.
Los cineastas apelan al baño de gore y las escenas de violencia extremas para tapar los baches de una historia que perdió todos los elementos que despertaban una atracción por esta propuesta.
La nueva Scream carece del sentido del humor, la irreverencia y por sobre todas las cosas el suspenso que llegaron a tener las obras de Wes Craven.
En aquellas películas todos eran sospechosos y cualquiera podía terminar bajo el cuchillo de Ghostface.
Hoy si los personajes tienen determinados rasgos físicos y preferencias sexuales ya se da por contado que no pueden ser villanos.
En esta oportunidad encima añadieron a los “sobrevivientes Highlander”, personas que reciben múltiples apuñaladas mortales del psicópata y continúan con vida gracias a la falta de agallas de los directores para tomar un mínimo riesgo.
En este film en particular no hay un solo momento donde el relato nos permita creer que Ghostface puede vencer a las hermanas Carpenter y esa es otra enorme falencia del argumento.
Intentaron compensar la ausencia de Neve Campbell con Hayden Panettiere (Scream 4) quien regresa como una agente del FBI muy poco convincente y no fue suficiente.
Courteney Cox por su parte cuenta con un rol intrascendente que no le suma nada al conflicto central. Se podrían eliminar todas sus escenas que la película no se altera en absoluto.
Frente a este panorama hay dos virtudes que contribuyen a que el film se haga llevadero hasta el fatídico tercer acto.
Por un lado las interpretaciones de Melissa Barrera y Jenna Ortega, quienes le sacan agua a las piedras y se encargan de sostener el espectáculo pese a las debilidades del guión.
Sin ellas esta película hubiera estado más complicada ya que el resto del reparto juvenil no se encuentra a la misma altura en lo referido a las interpretaciones dramáticas.
Un acierto de Scream 6 que sería injusto ignorar es el cambio de escenario que le aportó un poco de aire fresco a la trama.
En esta ocasión la acción se traslada a Nueva York y los directores supieron aprovechar las locaciones de esa ciudad para proponer algo diferente.
La secuencia más destacada de suspenso que tiene lugar en un subte poblado por fans del cine de terror está muy bien lograda y explota con acierto la vida cultural de esa localidad.
Lamentablemente la película luego decae con la revelación de Ghostface que califica como la más estúpida de toda la saga.
Las motivaciones del villano para cometer los crímenes es de una ridiculez notable y en el tramo final la propuesta se desinfla notablemente con un clímax que tiene una ejecución predecible y chapucera.
Sobre todo porque previamente ya se estableció que las Carpenter pueden ganar con facilidad todas las peleas.
Quienes te vendan esta película como la mejor continuación de Scream no les podés comprar un auto usado.
Los esbirros de Paramount la vieron gratis mientras que vos pagás una entrada para encontrarte con una propuesta que poco tiene que ver con la cortina de humo exagerada que propagaron en las reacciones de Twitter.
Si bien tampoco es el peor slasher que llegó a los cines en el último tiempo, dentro del standard de calidad que supo tener la franquicia esta sexta entrega de Scream ofrece un contenido inferior.