Ghostface toma Manhattan
Tras la muerte de su director, Wes Craven, la franquicia de Scream llegó a un punto de saturación tal que once años después de su cuarto film, la saga logró replantearse a partir de una estructura de secuela, reboot, serie, y de esta manera adquirir como característica principal el permitir reírse plenamente de sí misma.
Esta característica es reafirmada en esta, la sexta entrega, gracias a, entre varios ejemplos, la intervención de un integrante de los autodenominados “cuatro sobrevivientes” -específicamente Mindy-, quien explica a los demás del clan y a nosotros -los espectadores- en qué consiste participar en un film de terror -subgénero slasher- a partir de la enumeración de las reglas que se deben cumplir para no terminar conviertiénsose en un cadaver. Tarea que en la Scream original y en su secuela recaía en uno de los personajes, llamado Randy. Dentro de los axiomas de esta entrega, está presente aquel que sugiere que uno de los protagonistas debe morir en una secuela, sumado al “llevarse puesta” también a la audiencia/espectadores de la saga al defenestrarlos por ser usuarios de letterbox, o en el inicio donde aparece una profesora especializada en cine slasher. En definitiva, esta Scream despotrica contra críticos, espectadores y todo aquel que sobreanalice no solo esta franquicia sino el subgénero cinematográfico.
En este sentido, Scream VI es un festín respecto a la comicidad, ya poco importa el clima previo hasta que aparezca Ghostface, como así sus incontables puñaladas.
Dos pares de hermanos conforman a los “cuatro sobrevivientes”, la dupla Carpenter (Tara/Jenna Ortega, Sam/Melisa Barrera) y Meeks-Martin (Chad y Mindy). Sam no solo carga con ser hija de uno de los asesinos de la primera Scream, sino que también está al cuidado de Tara, su medio hermana. De más está explayarse sobre a qué refiere la utilización de los apellidos Loomis, Carpenter, etc.
La premisa que los directores de la efectiva Ready or Not y la anterior Scream tomaron para Scream VI es la de trasladar la franquicia a una nueva locación; nada menos que a Manhattan, algo que análogamente otra franquicia como Martes 13 ya había realizado en su novena parte: Jason Takes Manhattan. Pero Ghostface no es Jason Vorhees sino un asesino serial mucho más ágil y violento, que no mata por placer ni tiene un pasado tortuoso que lo haya moldeado como tal sino que mantiene una lógica en relación a víctimas del pasado, como ya habrán visto en las anteriores. Este aspecto se materializa en distintos personajes que aparecen en la saga, quedando para tarea del espectador dilucidar quien es el asesino(s) en la nueva entrega.