A principios de los 60’s, Jean-Luc Godard dijo que todo lo que necesita una película es una chica y una pistola. El slasher le sumó un psicópata, hizo de la chica una final girl y cambió la pistola por un cuchillo. En 1997, el género se encontraba en coma creativo y comercial, al borde del suicidio por falta de ideas. Scream reinventó todo con un plantel de nerds que daban una masterclass del slasher mientras no podían evitar la fatalidad de su destino: pequeñas tragedias griegas para Edipos posmodernos.
Si con Scream el género se volvía un comentario de sí mismo, 25 años después, ¿cómo seguir haciendo lo mismo y que se sienta novedoso? Haciendo todo más grande, más gore, más metacinematográfico.