El pase de antorcha nunca fue tan brutal ni afilado
Ghostface está de regreso en la quinta entrega de la saga.
¿De que va? 25 años después de los brutales asesinatos en el pequeño pueblo de Woodsboro en California, un nuevo asesino ha regresado ¿podría tratarse del famoso Ghostface? El nuevo agresor que usa el mismo rostro, comienza a atacar a un grupo de adolescentes sacando a la luz el oscuro pasado del pueblo.
No voy a siquiera intentar disfrazar el amor que le tengo a la saga Scream. No sería el fanático acérrimo del horror que soy hoy de no ser por la maravillosa deconstrucción del género estrenada en diciembre de 1996 que firmó el tristemente finado Wes Craven. Su trabajo, junto al guión maestro de Kevin Williamson, sentó precedentes para el futuro del slasher, reglas que hoy en día los muchachos de Radio Silence –Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett – recuperan para girarlas cual cubo Rubik y entregarlas a una nueva generación, mientras tienen la titánica tarea de homenajear al pasado mirando hacia el futuro. Tenían todas las de perder, pero Craven les debe estar sonriendo desde arriba porque la nueva Scream es una estupenda secuela escondida en las pieles de un reinicio.
Una nueva entrega de la saga, once años después de la tibia recepción de la adelantada a su tiempo Scream 4, parecía poco probable. Sobre todo por la falta de su principal motor, Wes, y por extensión la carencia de un guión de Williamson. Pero se nota a la legua que Matt y Tyler son fanáticos y no iban a soltar la oportunidad de sus vidas. No hay mejor manera que rendir homenaje y al mismo tiempo sembrar un nuevo camino que dejar el asunto en manos de gente que sabe y ama la franquicia, una labor de amor y sangre que entrega sus dividendos mas brutales hasta el momento.
Personajes nuevos y los legendarios se hacen presentes en el pequeño pero atribulado pueblo de Woodsboro, 25 años después de la masacre original perpetrada por Billy Loomis y Stu Macher. Como es costumbre, en la escena inicial un violento ataque hacia Tara – Jenna Ortega, gran talento juvenil que llegará lejos – da puntapié a la trama donde le/les asesine/s pondrán a un grupo de amigos en jaque, señalándose constantemente en busca del culpable. Un día típico en la serie, sin ir mas lejos, pero que irá desarrollando poco a poco las nuevas bases sobre las que se rigue esta recuela. Y digo recuela porque es el giro meta que propone Scream a secas, burlandose y al mismo tiempo siendo víctima de esos mismos vicios de reinventar una saga con años y entregas a cuestas. Hay un claro interés en reintroducir a Ghostface pero sin dejar de lado el legado de Sidney, Gale y Dewey, y el equilibrio entre lo nuevo y lo viejo es uno de los aspectos más logrados del guión de James Vanderbilt y Guy Busick.
Scream le pertenece al nuevo grupo de jóvenes, con apariciones esporádicas de Neve Campbell, Courtney Cox y David Arquette, quien al vivir en Woodsboro tiene un acercamiento más directo con la nueva guardia. Todos tienen su momento de gloria, pero se extraña una participación más contundente, aunque no puede minimizarse su peso a lo largo de todo el film. El nuevo elenco funciona como una gran maquina aceitada, pero los aplausos de la platea se los llevarán hoy y siempre el eterno trío. El protagónico le cae en gracia a Melissa Barrera (In The Heights) quien guarda un temible secreto y al retornar al hogar del cual escapó hace años se destapa en una manera espectacular. Su revelación es el único gran punto de contención que tengo para con la nueva secuela porque me parece un tanto tirado de los pelos, pero subsecuentes visionados irán suavizando el golpe. El personaje de Barrera tiene que enfrentar mucho en poco tiempo, pero no genera esa devoción que sí tenía Neve con su Sidney para el final de la Scream original; su hermana Tara en cambio sí tiene ese factor X, demostrado con creces en la fascinante escena inicial, lo más cerca que volaron el dúo directorial de ese gustito a Craven que sí se extraña durante toda la película.
No quiero caer en el facilismo de decir «Wes hubiese hecho otra cosa» pero los nuevos muchachos se manejan con brío en un terreno donde se sabía iban a ser comparados y mirados con la lupa, y hacen de su entrega en un altar que homenajea al mismo tiempo que se ríe de las nuevas convenciones del horror y el fandom tóxico que nunca está contento y siempre tiene quejas y opiniones. Por ese lado, la crítica es brutal y afiladísima, con líneas mas que inspiradas en boca de esa nueva diosa geek que interpreta Jasmin Savoy Brown. Y si hablamos de brutal y afilado, el nuevo Ghostface no tiene miramientos a la hora de clavar un buen cuchillo aserrado en la frágil carne de sus víctimas; el villano ha acumulado saña con el correr los años y no escatima momentos sanguinarios en el film. Lo que a Scream le falta es una set piece memorable. Craven lo logró en cada una de sus películas, siendo Scream 2 la verdadera clase maestra porque contaba con una avergonzante cantidad de ellas, pero contando la escena inicial y el desenlace, el resto apunta a mucho y no termina de convencer del todo.
Quiero amar Scream con todas mis fuerzas, pero todavía no llegué a ese estadío. Es solamente la segunda de la saga que veo en cines, y si bien no la amé inmediatamente como si me ocurrió con Scream 4, sé que el amor llegará con el tiempo. Es un ajuste lógico debido a la falta de Craven, pero puede quedar tranquilo de que la tradición de no entregar una mala secuela de Scream sigue intacta. Todo lo que se propuso esta recuela lo ha cumplido, hasta monetariamente, así que no les extrañe que Ghostface vuelva antes de lo pensado.