Todas las facetas del prestigioso Néstor Sánchez.
¿Quién fue Néstor Sánchez? Los libreros viejos hablan de un escritor prestigioso que experimentaba con las palabras, y cuyos títulos suelen reimprimirse, es decir que aún tiene lectores. "Nosotros dos", "Siberia Blues", "Cómicos de la lengua" (no de la legua) son los más mencionados. Hablan también de un jugador de billar, tanguero amante del jazz, caminador infatigable, seguidor de una escuela mística muy exigente, creativo y autodestructivo, viajero perdido que largos años después volvió a su casa natal, y allí murió.
La documentalista Matilde Michanié ("Licencia número Uno", "A vuelo de pajarito"), suele hacer intensos retratos de seres que abandonaron todo para someterse a las rigurosas reglas de otras culturas, como "Judíos por elección", o fueron abandonados, o se dejaron abandonar, por la sociedad, como "Los descampados", sobre dos buenos linyeras que vivían en un baldío frente a lo que hoy es el Hospital Garrahan. Pocos autores como ella, entonces, para rastrear las extrañas facetas de Sánchez.
Así se suceden, como capítulos, el testimonio de la doctora del Ameghino que lo atendió en los últimos años, los lindos recuerdos de infancia de un hijo que después debió crecer sin padre, hasta que, en sus propias palabras, se encontró "con un muro y detrás de ese muro la posibilidad de un maestro", y luego los relatos del hermano, de una de sus mujeres, y de dos hombres de letras que lo bancaron en Paris: Alberto Bensoussan, traductor de Gallimard, y el madrileño Emilio Sánchez Ortiz, que pese a todo mantiene el buen humor. El último capítulo se enhebra a través de las páginas del "Diario de Manhattan (la condición efímera)", que es también su libro más suelto y acaso más amargo.
Mientras escuchamos esas voces, la cámara descubre los rincones de diversas ciudades por donde anduvo el escritor, a veces confrontando la belleza del lugar con los conflictos que allí ocurrieron, a veces ilustrando lo que hay más allá de las palabras. Por ejemplo, la sombra de quien camina agitado por la nieve escarchada, un paisaje de brumas cuando alguien recuerda el envío de postales, el centro parisino de los seguidores del excéntrico Gurdjieff, con sus extraños bailes y sus pautas agotadoras, el natural enlace de un avión de American con el colectivo 110. Película breve, inquietante, aleccionadora, tal vez. Vale la pena.