Los sueños de un artista
Se levanta el viento es la nueva y última película de Hayao Miyazaki. El propio director, nacido en 1941, anunció su retiro luego de estrenar este film. Esta noticia, sin duda triste para sus muchos admiradores, no debe impedirnos disfrutar de esta obra ambiciosa, en muchos aspectos, la más ambiciosa de las películas que él haya hecho. Es posible que también sea su film menos enfocado al público infantil, pero lo que es seguro es que debería conmover e interesar a cualquier adulto.
Jiro Horikoshi es el protagonista del relato, un ingeniero aeronáutico japonés, creador del famoso avión Zero, la nave principal que usó Japón en su enfrentamiento contra Estados Unidos. Si bien su vida laboral y su desarrollo como diseñador de aeronáutico son reales, la película hace su propia versión de la vida privada de Horikoshi y le agrega, desde luego, un número importante de escenas oníricas. En todo sentido, Se levanta el viento cumple con todo lo que se espera de un film de Miyazaki pero le suma esta mirada melancólica y amarga, este tono crepuscular que la convierte en un film diferente dentro de su obra.
El cine de animación se ha vuelto el cine más taquillero del planeta. En la suma de todos los estrenos de ese género, hay cifras de espectadores que son más que impactantes. Algunos de los films más taquilleros, como Toy Story y sus secuelas, son grandes obras cinematográficas. Obviamente también hay productos sin riesgo, adocenados, que aun cuando salen bien, parecen ser rutinarios y sin identidad. Miyazaki, en ese sentido, se fue convirtiendo año tras año en una bastión de resistencia de la teoría de autor aplicada al cine. Cuando al definirlo mal y pronto como el Walt Disney japonés, no se está faltando del todo a la verdad. Miyazaki es –salvando distancias de estilo y cosmovisión- como si Walt Disney hubiera conservado el estilo de su esplendor. No hablamos de los estudios Disney, sino del mismísimo tío Walt. Pero el director de La princesa Mononoke no se ve hoy como antiguo, sino poético, inusualmente artesanal, sin estar en guerra con el mundo de la animación, sino siendo fiel a su propio estilo. Hay algo en el viejo arte de la animación que merece esa lealtad y el director lo aprovecha. Hay una forma de belleza que se conserva en el viejo arte de la animación tradicional.
El imaginario de Miyazaki es enorme. Enamorado del conocimiento, de la literatura de aventuras, del cine clásico, de la ingeniería, de las ciencias en general, todo eso se plasma en cada fotograma de su cine y de esta película. Miyazaki parece el cineasta que menos parece especular con el mercado o la crítica, su obra respira autenticidad y transparencia. Todo aquello que le interesa aparece en su cine, toda la belleza que ha visto y deseado, se plasma en la pantalla. Sus obras más populares han sido una influencia capital en el arte cinematográfico contemporáneo. Desde los grandes estudios de cine de animación actuales hasta las series animadas como Los Simpsons, todo lo reconocen como un maestro. Su obra de mayor éxito comercial en el mundo ha sido El viaje de Chihiro, una película a partir de la cual muchos lo descubrieron. Pero el máximo film de culto, el más famoso, el que lleva a miles a peregrinar al Museo Ghibli en Mitaka, Japón, es Mi vecino Totoro. Obra cumbre, sin dudas, y destinada a todo público. Quien quiera empezar a ver su obra, Mi vecino Totoro es la película.
Se levanta el viento es un film no exento de humor, poseedor de la vasta fantasía de su autor, pero también es una película épica, de enorme ambición y pudoroso dramatismo. El amor por los vuelos, la conquista de los cielos, tema que adora Miyazaki, tiene aquí una forma más melancólica, crepuscular, amarga. Aunque en otro tono, la película comparte elementos con Porco Rosso, ese film hawksiano-fordiano del director. Acá, como en los films crepusculares de otros directores como el mencionado Ford, o como Ozu, u otros, Miyazaki observa como los sueños, bellos, perfectos, sublimes, se van transformando cuando entran en contacto con el mundo. El idealista y apasionado Horikoshi ve como la magia de los aviones se transforma en una herramienta de guerra. Y observa, con impotencia, como la oscuridad de cierne sobre su país.
El enorme personaje protagónico, su gran historia de amor, sus sueños, sus frustraciones, todo lo señala como el personaje ideal para Hayao Miyazaki en su anunciada despedida del cine. Pocas películas tienen tanto cariño por la capacidad de fascinación del cine, combinado por un enorme amor por las máquinas, algo que lleva a Miyazaki a insistir sobre el trabajo artesanal, manual, a la hora de hacer sus películas. Hay en Se levanta el viento tanto talento, tanta belleza, tanto amor por el arte, que resulta una joya que brilla en cualquier tiempo y lugar donde se presente. Luego de verla, es un gran plan repasar o descubrir toda la obra del maestro Hayao Miyazaki.