La última película que Hayao Miyazaki nos regala por medio de Studio Ghibli llega a los cines argentinos. Todo en esta pieza emana olor a despedida. Siendo un film maduro y complejo, que parece dirigido al público que creció con el director más que a los niños, como se la promociona.
Volar, el sueño de los hombres y los pájaros enfermos
Acostumbrados a los bosques mágicos y criaturas míticas que Studio Ghibli se ha caracterizado por crear, en Se levanta el viento se pierden bajo una Tokio empobrecida por la segunda guerra mundial. Esto resulta algo chocante en un primer momento, sin embargo, la increíble animación que se explaya en una paleta de colores vivos en diferentes contrastes, compensa la falta de árboles milenarios.
Miyazaki toma el poema Le vent se lève, del escritor francés Paul Valéry como una reflexión ante los distintos movimientos de la vida, el resistir ante las inesperadas situaciones, lo que implica la muerte y los cambios. Con ésta filosofía nos cuenta la vida de Jiro Horikoshi, un ingeniero aeronáutico que será el protagonista de la historia.
Mezclando el mundo de la vigilia con el de los sueños en una línea tan fina que de a momentos nos cuesta seguir, vamos transitando su infancia y el sueño de convertirse en un diseñador, que cumple con el costo de tener que crear aviones para la Segunda Guerra. Es necesario aclarar que ciertos sucesos como la construcción de algunos aviones y demás son reales, mientras que otros fueron completamente ficticios y sólo es una historia contada por el maestro Miyazaki que no tienen que ver con la vida del Horikoshi real.
Si bien apunta a un público más adulto y no a los niños que podrían haber disfrutado piezas anteriores como Totoro, así y todo se hace tedioso. Me refiero a escenas demasiado largas y silencios prolongados que hacen de los 126 minutos que dura se sientan.
Lo curioso es la forma en la que Miyazaki plasma en el film todas sus ideas pacifistas, que se hacen eco de los sueños de Jiro. Aquí se ve una fuerte crítica al gobierno conservador japonés, aunque quizás dependa de la impresión que cada uno pueda hacerse del mensaje. Algunos creerán que se glorifica al imperialismo japonés, sin embargo queda claro que lo que se busca es salir de la pobreza, y dejar atrás la desigualdad que impide que niños puedan cenar todas las noches. Esto se debate entre las charlas que tiene Jiro con su socio y amigo en la empresa. Estas conversaciones,unidas a imágenes de los sueños del ingeniero cuando pisa los escombros que dejó la guerra, nos permite transportarnos al dolor que generan las luchas, a veces dañando hasta la muerte y otras con consecuencias no tan definitivas pero igual de crueles.
El personaje de Jiro es sumamente reflexivo, pero también nos topamos con la joven Naoko, quién nos permite sentir su amor anudado a una lucha por su vida. La hermana de Jiro y los dos ancianos que le prestan su casa para poder protegerse (uno de ellos su Jefe) le dan un toque caricaturesco y cómico que genera hasta sonrisas al ver como el cabello del director se bambolea al paso torpe similar a los dibujos de Dragon Ball.
El final nos trae a otra reflexión, que invita al espectador a replantearse, repreguntarse y dudar acerca de si uno entiende qué esta sucediendo allí, y que ha sucedido hasta entonces. Algo que sin dudas genera un poquito de nostalgia sabiendo que estamos ante la despedida de un maestro.
Conclusión
Se levanta el viento es una película que vale la pena ir a verla al cine, no con una compañía muy pequeña, ya que se aburriría y perdería el sentido de la trama. Linda para disfrutar en pareja o con algún hijo o sobrino que anda por la pubertad o adolescencia.