A MITAD DE CAMINO
Hay determinadas visiones cuyas intenciones se ven limitadas, mas allá de la tecnología de su tiempo – ¿que hubiera sido la imaginación del George Lucas orginal, el de los setenta, con el CGI contemporáneo? -, por la limitación del presupuesto con el que cuentan. Y si bien Se Ocultan en la Oscuridad no es una maravilla del séptimo arte que pasa injustamente desapercibida, sí tiene momentos donde intenta salir del molde de las películas pre-fabricadas, o aquellas que siguen argumentos y estructuras tan a rajatabla y tan repetidamente vistos que en algún punto el espectador se cree capaz de adivinar lo que va a suceder.
La familia de John Chambers se instala en un pequeño pueblito de Pennsylvania donde cuatro años atrás una familia perdió a su hija en una situacion misteriosa. Tiempo despues de su llegada, el doctor empieza a experimentar paralisis de sueño en las que es acechado por un grupo de entidades cuyo único no solo es agobiarlo, sino capturar a su pequeño hijo, Emms.
Como podrán imaginar a partir de lo anterior, la opera prima del multifácetico Gabreski lejos está de escapar a clichés básicos. Porque aparte del argumento de la familia-nueva-en-el-pueblo-acechada-por-entidades-poco-entendibles, el director de múltiples telepelículas sobre boxeo y MMA también se atreve a introducir figuritas repetidas en una película de terror como el matoncito del pueblo, la sexualidad como castigo o los sustos que vemos venir fuera de foco.
Pero en determinados planos y secuencias fácilmente reconocibles, Gabreski de repente referencia – tímidamente, es cierto – a clásicos del terror como El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980), El Exorcista (William Blatty, 1973) o It (Tommy Wallace, 1990). También se nota la evidente dedicación en algunos encuadres y juegos de luces y sombras que logran transmitir un clima sombrío en algunos pasajes, probablemente fruto de su trabajo como director de fotografía en sus trabajos previamente mencionados.
Y así se atraviesa Se Ocultan en la Oscuridad, con la inefable sensación de que una mayor libertad presupuestaria y un mayor trabajo en el guión hubieran entregado un producto que no vague incomodamente entre las intenciones del director y los lugares comunes del cine de terror. Sin embargo, Gabreski entrega algo parecido a una película de terror que busca conformar a propios y extraños, pero termina no satisfaciendo a ninguno y se entrega a una intrascendencia inevitable.