Una de las tesis centrales de esta película de Misael Bustos, apoyada en una serie de conmovedoras historias personales (las de Norma Kaensig, Clara Lis Pereyra, Silvina Luján Sotelo y Patricia Maiuro), es que la apropiación de bebés, un tema asociado por lo general a la época de la última dictadura, fue una práctica muy naturalizada en la Argentina desde mucho antes e incluso continúa en desarrollo. Lo dice explícitamente la abogada Nilda Gallo, una de las múltiples voces de este sólido documental estructurado sobre la base de una combinación virtuosa de abundantes testimonios (muchos de ellos de primera mano) y una buena investigación previa, que resalta además la labor de Abuelas de Plaza de Mayo.