No sólo los votos se pueden comprar
La política, sus mañas y sus agachadas, su hipocresía y sus traiciones, sus exigencias y sus mentiras. De todo eso habla este filme polémico y severo que lleva la firma de George Clooney, un actor de éxito que, a la hora de ponerse detrás de las cámaras, elige historias que dejan ver el otro lado de la realidad, su cara más oculta y más temible, sus personajes más siniestros y poderosos, el mundo de la manipulación, de los abusos y de los arreglos.
Estamos en medio de las elecciones primarias de los demócratas. La carta decisiva se jugará en Ohio. Y uno de los aspirantes con más chance es Mike Morris, gobernador de Pensylvania. Su equipo de campaña se esfuerza para tener aceitadas todas las piezas: el discurso, las entrevistas, las encuestas, los acuerdos. El staff de asistentes tiene como jefe a Paul (otro estupendo trabajo de Philip Seymour Hoffman) y como primer ayudante a Stephen (buena labor del ascendente Ryan Gosling). Son las dos caras de una moneda que primero chocan y que la política los terminará igualando: Paul es un profesional, práctico, implacable, quiere ganar como sea y con quien sea; Stephen es un joven que -como suele suceder- irá perdiendo su inocencia a medida que gane posiciones. Basada en una obra teatral, "Secretos de Estado" nos recuerda que los actos oficiales, los discursos y la declaraciones (es decir, lo que se ve) no importa demasiado, que lo que se decide y lo que define la suerte de cada uno, no sale nunca a la superficie. El filme juega en esos dos escenarios y le suma una historia que mezcla pasión, abuso, aborto y sobredosis y que es un eslabón más de esa cadena trueques, negociaciones, cálculos y entregas. Un filme bien contado, que atrapa, con buenos trabajos. Le falta rigor y se demora demasiado en la historia policial, pero nos muestra que todo es inestable, resbaladizo, y que la lealtad, como los votos, se negocia. Stephen no sólo abandonará sus ideales, también aprenderá y para siempre que en este mundo lo que vale es ganar, trepar y no mirar nunca lo que va quedando atrás. (**** MUY BUENA)