El lado oscuro de los candidatos
Un joven político pierde su inocencia en una campaña electoral.
Secretos de Estado se maneja entre el drama político y el thriller policial. La historia de Stephen Meyers (Gosling), un joven idealista que trabaja en la campaña presidencial de un gobernador del Partido Demócrata, le sirve a Clooney (que dirige e interpreta al candidato, Mike Morris) para ofrecer una mirada agria y bastante desconsoladora de la política estadounidense. Sin embargo, ciertos elementos algo forzados de carácter “policial” le hacen perder algo de fuerza y contundencia al relato.
Meyers –interpretado por Gosling, el actor/sex symbol del momento- es inteligente, talentoso y, como Morris, quiere hacer las cosas bien. En plena campaña por la primaria clave de Ohio –que viene muy pareja con su principal oponente-, se niegan a cambiar o negociar ciertos puntos de la plataforma que podrían traerles más votantes y, especialmente, el apoyo de un senador que podría asegurarle la candidatura. ¿Pero se puede pelear para ganar sin meter “las manos en el barro”? Allí es donde empiezan las complicaciones. Meyers se reúne con el jefe de campaña de su rival (Paul Giamatti), que quiere convencerlo de pasarse a su bando. Pero Meyers se niega y le avisa lo que sucedió al jefe de su campaña (Philip Seymour Hoffman), lo que origina una serie de disputas sobre “lealtad” que pondrán su carrera en peligro.
Pero ese eje narrativo se ve opacado por otro, menos interesante y más típico de un thriller convencional. Meyers tiene un affaire con una joven voluntaria de la campaña de Morris (Evan Rachel Wood), que es hija de un importante miembro del Partido Demócrata. Ese “affaire” se complicará cuando Meyers descubra que la chica también guarda algunos secretos que pueden enredar aún más toda la situación.
Ese par de “disparadores” serán los que precipiten el drama y la pérdida de la inocencia de Meyers, que tendrá que ver cómo hace para sobrevivir entre veteranos políticos que parecen saber jugar mejor que él este cínico juego de ajedrez que se esconde bajo la fachada de los discursos plagados de buenas intenciones.
Lo que logra Clooney –en un tono mucho más desesperanzado de lo que uno imagina considerando su imagen pública- es ser impiadoso y frontal respecto al mundo de la política (el filme se basa en la obra teatral Farragut North , de Beau Willimon) y consigue una serie de actuaciones más que sólidas de su gran elenco.
Lo que no puede impedir es que la mecánica de un thriller más standard, uno que podría suceder en cualquier otra circunstancia y que acumula giros de guión “sorpresivos”, le haga perder fuerza dramática en la segunda mitad del filme. Lo que Secretos de Estado gana en tensión cuando la situación se torne de vida o muerte, lo perderá en credibilidad. O, quién sabe, tal vez las cosas en el mundo de la política sean así de terribles como Clooney las pinta...