Algo huele mal...
Tragicomedia sueca sobre dos parejas que pasaron los 50 y, ejem, se les complica la vida.
Es una tragicomedia, porque lo que le sucede a las dos parejas (tres, si contamos la que se forma entre dos integrantes de cada una de ellas) sólo puede arrimar, esbozar una sonrisa para disimular lo terrible que afrontan.
Erland y su esposa Maj llevan adelante un grupo de reflexión para ayudar a parejas en la iglesia de su pueblo, en Suecia. Todo parece marchar bien en su relación. Un compañero de la fábrica de papel de Erland, Sven-Erik, al que ayudó en una crisis reciente, festeja su cumpleaños. Quien coordina la fiesta sorpresa es su esposa, Karin.
Erland no conocía a Karin, pero verse es magnetizarse. Que sí, que no, una mirada va, otra viene, se besan en un estacionamiento y terminan haciendo el amor en el auto.
Lo que convierte y transforma a Secretos de matrimonio un relato sorprendente es la decisión que toman los cuatro protagonistas una vez que Erland blanquea la relación con Karin: vivirán los cuatro en la casa de Erland y Maj, pero Karin se mudará al dormitorio principal, y Maj y Sven-Erik dormirán por separado.
“Es algo momentáneo”, esboza el consejero matrimonial, el personaje que poco a poco se mostrará como el más hipócrita del cuarteto. Pasarán los días y las relaciones se irán transformando, con desplantes, más reuniones alrededor de una mesa, disputas (verbales) en la cama y el final... será tan desconcertante como el principio.
Secretos de matrimonio plantea una serie de preguntas a las relaciones de pareja duraderas, con las que cada espectador se sentirá más afín o no a responder, sobre si los personajes son ingenuos o hacen todo premeditado, sobre la pasión en sí misma, los conflictos internos, las crisis matrimoniales, la lealtad.
El director Jörgen Bergmark refuerza las tintas en la pareja de Erland y Maj, ya que al ser consejeros matrimoniales están simulando y falseando ante la comunidad lo que no se atreven a hacer público. No son sinceros.
Típico formato de obra de teatro llevado al cine, si uno desde la platea termina casi odiando más que comprendiendo a alguno de los cuatro personajes es porque la labor de el actor que lo encarna y quienes lo rodean es suficientemente potente como para no caer en lo inverosímil.
La película trata sobre la amistad, el amor en la gente que supera los 50. Rolf Lassgard (Erland) y Stina Ekblad (Maj) tienen tal vez una vuelta de tuerca más en el armado de sus personajes, y la eterna Pernilla August, intérprete de varios títulos de Ingmar Bergman, y Claes Ljungmark juegan roles más estereotipados. No importa: el filme promueve la discusión, más allá de que la situación que viven estos acomplejados suecos parezca de movida difícil de entender, o creer.