Los subtítulos y la gran mayoría del pueblo norteamericano no van de la mano.
Salvo que se trate de cinéfilos apasionados que se interesan por las producciones de otros países, los hijos del Tío Sam no suelen ver películas subtituladas aunque hayan ganado un Oscar.
Una situación que se dio con el film de Juan Campanella, El secreto de sus ojos, que tuvo una gran recepción de la prensa de ese país, pero en los cines pasó completamente desapercibida durante su estreno comercial.
En Estados Unidos hoy es una obra desconocida para gran parte del público por más que a nosotros nos pueda sonar extraño.
En consecuencia, esto genera que los grandes estudios de Hollywood opten por refritar películas extranjeras donde se adaptan las historias dentro de la cultura norteamericana.
La remake de El secreto de sus ojos, producida por Campanella, es un proyecto fallido que no termina de convencer pese a las grandes figuras que reunió en su reparto.
El gran problema de esta propuesta es que el relato de Eduardo Sacheri está tan relacionado con la idiosincracia de nuestro país que al trasladarlo en una cultura diferente pierde por completo su gracia.
Aquella producción argentina que fue un gran thriller policial, que nos emocionó por la naturaleza de los personajes y el conflicto, en la remake hollywoodense terminó convertida en un capítulo doble de La Ley y el Orden.
Un film frío, olvidable y predecible (aunque no conozcas la historia original) que se hace llevadero por la interpretación de sus protagonistas.
Todo el argumento que en la obra de Campanella se desarrollaba durante los años ´70, en la remake lo trasladaron a los Estados Unidos del post 11 de Septiembre, cuando las agencias de inteligencia estaban concentradas en acabar con la red de terroristas de Osama bin Laden.
Un recurso que no funcionó.
La brecha de tiempo entre el crimen que dispara el conflicto y la investigación de la actualidad es tan corta que las escenas de flashbacks resultan bastantes confusas en la narración del director Billy Ray.
Salvo por algunos detalles en los aspectos de los personajes por momentos se hace difícil distinguir las escenas del pasado y las que se desarrollan en el tiempo actual.
La remake refrita varias secuencias puntuales del film original que son penosas de ver por la frialdad con la que fueron encaradas.
El ejemplo más impactante es el recordado discurso que tenía el personaje de Guillermo Francella sobre las pasiones y el fútbol. En la versión norteamericana terminó siendo un momento completamente gélido que no transmite absolutamente nada.
El problema no es que cambiaran el fútbol por el béisbol sino el tono que el dio el director a la escena.
La remake de El secreto de sus ojos fue realizada como si se tratara de un capítulo de una serie de televisión y todas la virtudes de la obra de Sacheri desaparecieron por completo.
Una cuestión que está muy presente en la historia de amor entre los protagonistas.
La relación emotiva que tenían los personajes de Ricardo Darín y Soledad Villamil en la remake de Billy Ray es una subtrama que molesta en el conflicto central, algo que era uno de los puntos más atractivos del film original.
Ray, quien fue guionista de filmes como Los juegos del hambre y Capitán Philips, no supo darle identidad propia a su trabajo que es la cualidad que debe tener una buena remake.
Secretos de un obsesión terminó siendo un refrito insulso y frío de una obra que se centraba en el tema de las pasiones. La gran paradoja de este estreno.
Lo único destacable pasa por los trabajos de Chiwetel Ejiofor y Julia Roberts, quien brinda una de las mejores interpretaciones que vimos de ella en mucho tiempo.
No es el caso de Nicole Kidman, quien resultó completamente desaprovechada e hizo lo que pudo con el guión que tenía disponible. Soledad Villamil contaba con momentos fabulosos en la película de Campanella. El mismo personaje en la remake quedó convertido en un rol secundario más.
La verdad que esta película no vale la pena y quedará en el recuerdo como otra remake hollywoodense fallida que no era necesaria.