Aclara el autor de esta nota que, contra todo consenso, no es fan de El secreto de sus ojos, pero es absolutamente claro que es una película buena, mucho mejor que esta. La adaptación estadounidense del film de Juan José Campanella tiene un elenco lujoso (Julia Roberts, Nicole Kidman y Chiwetel Ejiofor en los roles de Francella, Villamil y Darín respectivamente) y está narrado con practicidad televisiva. Eso no sería lo “malo”. Hay varias “traiciones” al original, por cierto, algunas algo demasiado groseras. Pero tampoco sería “lo malo” (grandes films que son grandes remakes “traicionan” con talento el original para lograr algo nuevo). Lo malo es que el film es sencillamente inverosímil. El hilo político es casi vergonzoso, Chiwetel Ejiofor, que es un grande -a pesar de Doce años de esclavitud- tiene todo el tiempo cara de “oh, qué terrible” sin comprender qué sucede a su alrededor, y todo resulta moroso y poco interesante. Una prueba: la condensación de dos personajes en uno aniquila uno de los resortes sorpresivos del original, y al deshacerlo, las cosas pierden todo el interés. Cuando un film depende exclusivamente de una sorpresa, es apenas un truco desanimado, no una obra con peso propio (vuelva a ver Sexto Sentido y verá cómo, sabiendo el final, se vuelve otra cosa muy melancólica y atractiva por la relación entre sus protagonistas, por ejemplo). Una película hecha con un desgano absoluto.