Torpe y pasteurizada remake de “El secreto de sus ojos”
de 2002, pocos meses después del 11-S. Jess y Ray trabajan en una oficina antiterrorismo del FBI. Claire, rubia, fina, empieza su carrera judicial por esos andurriales. Ray se enamora de Claire, pero es tímido. Un día, alguien asesina a la hija adolescente de Jess. Pronto se deduce que es un informante de la oficina. Como tal, intocable. Contamos todo esto para que el espectador no se rompa el mate tratando de hilvanar una serie de flashbacks mal hechos que hay al comienzo, porque la historia empieza en 2015, cuando Ray cree reconocer al asesino en una serie de fotos de reincidentes, Claire ya está al frente del despacho y Jess parece la mujer de la limpieza.
Lo que sigue, en ese vaivén, es cómo el tipo acomodado se escapó entonces, cómo se lo puede agarrar ahora, y cómo hacer justicia. ¿Vale la pena arriesgar la vida para que después un juez libere al delincuente? ¿O la pase bien en la cárcel mientras uno sufre? Y si uno se cansa y lo mata, ¿compensa eso el sufrimiento, y el riesgo de ser tratado peor que a un criminal por acabar con una alimaña? Son preguntas universales, que acá se mencionan mientras vamos rumbo al necesario desenlace.
"Secretos de una obsesión" es la remake norteamericana de "El secreto de sus ojos". Contamos también esto por si alguien la ve y no se da cuenta. ¡Es que son tan diferentes! La original era todo: comedia dramática, romántica, policial, intriga judicial, relectura histórica, reflexión moral, elogio de la amistad y algunas otras cuantas cosas, todas bien equilibradas, bien expuestas, con un elenco formidable, causaba satisfacción y terminaba justo, no duraba un segundo más de lo necesario. Lo que ahora vemos es solo un drama amargo que estira dolorosamente su resolución.
Cierto que tiene algunos puntos en común. El galán es levemente más bajo que la dama, él y su compañero se meten en una casa sin permiso (pero el compañero está tan desaprovechado), soportan una reconvención, alguien habla de la pasión, van a la cancha, la leguleya se aviva para provocar al sospechoso, los buenos se sienten impotentes en un ascensor, y luego, no vamos a contar el final. Sólo diremos que la comparación es penosa. La remake desaprovecha lo que tuvo entre manos. ¡La escena de la cancha, con toda la plata que pueden invertir los norteamericanos, y les sale una fruslería! Ni hablar de las otras, parece que no las entendieron.
Y la resolución, bueno, tanto que los garantistas le recriminaron a Juan José Campanella, y si uno mira "El secreto de sus ojos" no ve que el protagonista apruebe lo que hace el otro, ni lo apañe para nada (y menos aún en la novela de Eduardo Sacheri), en cambio acá como mínimo hay encubrimiento evidente. Y solución apresurada, que después se estira sin mayor intensidad dramática. Y sin esa frase rotunda, de apenas cuatro palabras, que dice Pablo Rago mirando a cámara, y que todavía espera respuesta.
En síntesis, "Secretos de una obsesión", pasteurizada y torpe remake, sólo tiene tres cosas buenas: nos permite ver a Julia Roberts con una caracterización distinta a las habituales, nos hace disfrutar de nuevo la música de la escena de la cancha (el autor es el mismo, Emilio Kauderer), y nos empuja a ver por enésima vez "El secreto de sus ojos". ¡Esas son películas!