Limpia, negocios sucios
El director Eduardo Pinto (“Palermo Hollywood”, “Corralón”) siempre ha apostado a un cine que se desarrolla en ambientes marginales, con personajes que viven al filo de la ley. Su nueva película, “Sector Vip”, no es la excepción. Los personajes principales son Ginny, una chica de un pueblo del interior que quiere triunfar en Buenos Aires a cualquier precio; Paul, un Relaciones Públicas que detrás de la fachada de un boliche maneja el negocio de la prostitución y es operador político; y un periodista (Luis Machín) venido a menos que busca recuperar la gloria perdida. Ellos forman un triángulo (no precisamente amoroso) que pone al descubierto el alto precio a pagar por dos segundos de fama, la crisis ética del periodismo y la connivencia entre la política y la trata de personas.
La película persigue un tono realista y crudo, de policial negro, pero falla en muchos puntos. La búsqueda de cierto perfil psicológico de los personajes es inútil, porque la mayor parte del tiempo terminan respondiendo a un estereotipo: la chica inocente, el diablo disfrazado de seductor y el perdedor sin destino. La acción fluye pero los diálogos se traban, y hay una estética televisiva (irritante) que sobrevuela toda la película, subrayando ese costado de “actualidad caliente”. Por momentos en “Sector Vip” se notan las buenas intenciones, por momentos asoma la película que podría haber sido, pero en el resultado final el balance es negativo.