Hace tiempo que Bruce Willis viene rebotando en películas mediocres o en secuelas de viejos éxitos como fue en el caso de las últimas entregas de “Die Hard” (1988). Es por ello que sus trabajos más recientes son olvidables y malos (tengamos como ejemplo cercano el film que se estrenó este mismo año llamado “Marauders” o “El Gran Golpe”).
De este grupo de cintas ligeras quizás la más destacable sea “Secuestro en Venice”. A pesar de no ser una maravilla, la película compone un relato divertido que nos recuerda a las comedias de acción de los años ’80. Sin llegar a ser una excelente propuesta como lo fue “The Nice Guys” (2016), el relato de Bruce Willis se destaca por no tomarse demasiado en serio y por utilizar algunos recursos del policial negro para edificar la narrativa de investigación con toques cómicos.
El largometraje nos cuenta la historia de Steve Ford (Bruce Willis), un investigador privado de Los Ángeles, que deberá enfrentarse a una banda de gángsters para rescatar a su perro. Ese es el relato en pocas líneas, sin embargo, hay muchos más enredos en el medio, entre ellos un caso relacionado a un artista callejero que pinta los edificios de un cliente de Willis, una deuda de plata del investigador, el divorcio de su mejor amigo (compuesto por el siempre genial John Goodman), la desaparición de una muchacha, etc.
Bruce Willis comparte cartel con un gran elenco: el ya mencionado Goodman, Jason Momoa (“Game Of Thrones”), Famke Janssen (“X-Men”), Thomas Middleditch (“Silicon Valley”), Adam Goldberg (“Zodiac”) y algunos cameos de varios actores de comedia.
La trama va y viene en torno a la investigación principal que conduce el detective para recuperar a su perro y a varias subtramas que se abren alrededor de una infinidad de infortunios que tiene nuestro protagonista. Se produce un gran número de acciones que desembocan en reacciones que a su vez lleva a otros lugares. Esto puede que sea el componente más atractivo del film. Sin embargo, no podemos catalogar a esta cinta como una buena película, sino que lo podemos clasificar como un entretenimiento pasatista que, a pesar de entregarnos personajes no muy trabajados, sirven y logran cumplir su objetivo en el marco de la estructura propuesta.
Resumiendo, “Secuestro en Venice” es un film para pasar el rato que logra entretener por medio de su buen elenco y algunas situaciones interesantes que genera el relato, por momentos, delirante. Una película bastante autoconsciente que no se toma en serio y es ahí cuando funciona un poco más.