Seis sesiones de sexo

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Una Relación Particular

Inspirada en la historia real de Mark O’ Brien, esta película del veterano director televisivo Ben Lewis, pretende ser el típico estreno inspirador de la semana. No quiero que se tome a mal lo que voy a decir, pero me la imagino a Virginia Lago presentándola un sábado a la noche en televisión.

Lo más interesante, acaso, es que sin ser un gran film, con una estética netamente televisiva, logra trascender gracias a la ausencia de golpes bajos, pero sin caer en golpes efectistas comunes relacionadas con la enfermedad del protagonista o agrandando la ironía de la situación, explotando los poco gags que tiene el guión o pretendiendo emocionar gratuitamente.

Seis Sesiones de Sexo, es ante todo un film iniciático. Similar en cuanto a ideas a Vuelo en Busca del Amor, dirigida por Paul Greengrass, realizador ignoto en su momento, Seis Sesiones… narra la historia de un hombre, que desea debutar sexualmente, pese a su incapacidad muscular a los 37 años. Para esto recurre a una terapeuta sexual, casada y con un hijo, bastante insatisfecha con su propia vida conyugal.

El conflicto no sucede, por el descubrimiento sexual, sino por la búsqueda de una relación amorosa correspondiente, y el enfrentamiento ideológico – religioso que sobrelleva el protagonista, a través de una banal subtrama, donde le confiesa y relata sus experiencias a un cura bastante liberal, interpretado por William H. Macy, con su habitual gracia.

El tema religioso es relevante, pero no tiene sustancia, ya que de hecho, el punto de vista de Lewin es bastante afable con respecto a los dogmas y la función de la iglesia en el film.

La tensión acaso pasa por la evolutiva relación que entablan Mark y Cheryl, atravesando el miedo al rechazo y la posición que toma la protagonista en relación a una posible infidelidad.

La química entre John Hawkes y Helen Hunt es el principal factor positivo del film de Lewin, ya que de hecho todas sus escenas tienen una impronta semi teatral. Hawkes logra transformarse físicamente y consigue una actuación notable, lejos de la sobreactuación y cercana a la profundidad psicológica que tenía Daniel Day Lewis en Mi Pie Izquierdo.

Helen Hunt en cambio arma un personaje a su medida, similar en parte al que interpretara en el film Mejor… Imposible de James L. Brooks por el cuál consiguió su único Oscar. Acaso los elogios pasan más por el “coraje” que tiene de mostrarse completamente desnuda en múltiples escenas, lo que para el espectador y la crítica media estadounidense, siempre es un factor de riesgo. Pero Hunt lo encara con la naturalidad que el trabajo lo amerita y los desnudos están justificados.

Hay historias paralelas que poco aportan a la principal – como la relación de la cuidadora de Mark con el conserje de un hotel – y la poca profundidad de estos personajes es notable. Sin embargo la película es simpática, consigue emocionar, entretener y divertir por momentos, sin caer en los típicos golpes de efecto. No hay que esperar mucho más de lo que se muestra en la superficie. Y a veces, eso alcanza.