¡Una de piratas!
Basada en la verdadera historia de Alexander Selkirk, un marinero escocés que fue abandonado por más de 4 años en una isla desierta y logró sobrevivir e inspirar a Daniel Defoe para su Robinson Crusoe, llega esta hermosa película para pequeños y grandes, de la mano del experto en stop-motion Walter Tournier. Utilizando la misma técnica de animación que ya hemos visto en el clásico Wallace y Gromit o en las populares El extraño mundo de Jack y El cadáver de la novia, y con la inclusión de fondos y efectos especiales en 3D, realizados en Santiago de Chile por la productora Cineanimadores. En cambio, toda la construcción y el rodaje con los “muñecos” fue llevada a cabo en los estudios Tournier Animation de Montevideo, mientras que las voces y la música original fueron realizadas en la Argentina por Maíz Producciones. El resultado es una maravillosa coproducción sudamericana muy bien lograda tanto visual como argumentalmente.
A su vez, los personajes poseen también gran atractivo y, con sus constantes torpezas y chistes inocentes, logran mantener atentos los espectadores de todas las edades. Lo interesante de la historia es que no tiene la típica resolución esperada, donde el protagonista es también un héroe intachable. Por el contrario, Selkirk es alguien cuyos defectos lo llevarán por el mal camino y a quedar aislado del mundo y su evolución como personaje se dará en un cambio de percepción frente a la vida y a la importancia de la amistad frente a los bienes materiales. Además, su abandono en la isla lo obligará a tratar de sobrevivir con los pocos medios que tiene a disposición, dando una idea bastante realista de lo difícil que es estar en un lugar inhóspito, alejado de las comodidades de la civilización: un panorama bastante distante de los bienestares contemporáneas e interesante de ver.
Como toda película de animación, es el resultado de un gran esfuerzo, aunque en este caso quizás mayor, tanto por la técnica usada (que llevó dos años de rodaje) como por la dificultad para conseguir fondos para realizarla, fue necesaria una fina red de financiadores y de colaboración entre países para poder llevarla a cabo y esto fue posible gracias al trabajo de producción ejecutiva de Esteban Schroeder, quien trabaja desde hace años con Tournier.
Es realmente emocionante poder ver un trabajo tan bueno en animación realizado en estos pagos del sur y en conjunto entre varios países. Y no hay mejor forma de evaluar los resultados de dicha película que presenciando la salida del cine luego de la función: ¡los niños cantaban las canciones de los piratas y hablaban con sus padres de escenas preferidas!