A pesar de todo
Hay ocasiones en las cuales importantes actores parecieran realizar algunos papeles buscando más el beneplácito de la crítica o los premios, que una destacable performance que provoque un crecimiento del film que protagonizan. Al ver Sentimientos que curan, ese gran intérprete llamado Mark Ruffalo pareciera haber caído en esa categoría/trampa.
Este largometraje estadounidense narra la vida de un padre maníaco depresivo que trata de recuperar a su esposa intentando tomar responsabilidad por sus dos hijas, quienes no le hacen la tarea nada fácil.
Sentimientos que curan es una producción demasiado fragmentada, que no permite que ninguna situación crezca emocionalmente; un film de momentos que tienen en común a sus protagonistas pero que nunca logra armar un contexto sólido y concreto como para alcanzar el sentimiento que pretende. Además, cae en lugares comunes, en circunstancias demasiado trilladas desde lo dramático, que provocan más un rechazo que una empatía.
Como se dijo anteriormente, Ruffalo cae en el estereotipo del personaje enfermo que busca redimirse con la vida, resultando reiterativo en todo sentido, a pesar del esfuerzo que realiza por darle “volumen” a un rol que no lo permite. Tal vez, la tarea de Zoe Saldana resulta más creíble por ser un papel más acotado que el del intérprete de Hulk en Los Vengadores.
En definitiva, Sentimientos que curan no logra alcanzar la potencia dramática que pretende, quedando a mitad de camino en todo. Nunca logra transmitir en forma concreta sus emociones, siendo un híbrido que sólo será recordado por la fallida actuación de Ruffalo. Más allá de esto, ¡te queremos Mark!